ANTONIO PELAYO | Corresponsal de Vida Nueva en Roma
Ese es mi estado de ánimo ante la creación de la flamante Secretaría para la Comunicación, oficializada –casi clandestinamente– el 27 de junio. Desconcierta en primer lugar la total ausencia de comentario oficial u oficioso sobre una materia no subalterna. Parece normal que se eche en falta una presentación.
¿El nuevo prefecto no tiene nada que decir a los informadores? ¿Cuatro años de plazo para alcanzar sus objetivos no son demasiados? ¿El Pontificio Consejo no queda, de facto, despojado de sus funciones y atribuciones? Por fin, sin ánimo de ofender a nadie, cuatro italianos entre los cinco nuevos dirigentes son muchos; demasiados, si se pretende que la nueva Curia refleje la universalidad de la Iglesia.
Los italianos, por añadidura, no es que hayan brillado excesivamente en una galaxia, la mediática, con grandes estrellas anglosajonas.
En el nº 2.948 de Vida Nueva