ANTONIO PELAYO | Corresponsal de Vida Nueva en Roma
No somos nadie para juzgar, pero sí podemos, al menos, hacernos algunas preguntas. ¿Cómo es posible que un tipo tan psíquicamente desequilibrado como Weselowski haya podido pasar los filtros previstos para la ordenación sacerdotal, para la consagración episcopal y para el nombramiento de nuncio apostólico?
¿Ninguno de sus superiores y colaboradores en las diversas etapas de su vida percibió algo “extraño” en sus comportamientos?
¿A Roma no llegó nunca un informe que, al menos, plantease dudas sobre la conducta disoluta del representante diplomático de Su Santidad?
En el nº 2.950 de Vida Nueva