CARLOS AMIGO VALLEJO | Cardenal arzobispo emérito de Sevilla
En el mejor y más originario de los sentidos. Recordar es tanto como pasar de nuevo por el corazón. No es una simple actualización de imágenes, gestos, discursos y acontecimientos. Este recordar no deja a nadie indiferente. El papa Francisco ha visitado algunos países de América especialmente lacerados por la pobreza, las desigualdades, la injusticia y el sufrimiento de las gentes. Y el pastor universal ha hablado de una forma muy clara y muy firme acerca de la situación actual y del futuro, de la responsabilidad del dirigente, de no permanecer con los brazos cruzados ni ante situaciones injustas ni ante los imperativos de un nuevo empeño común para conseguir el deseado bienestar para todos.
En Ecuador, en Bolivia y en Paraguay el Papa ha querido subrayar quiénes eran los auténticos protagonistas del viaje y del mensaje que quería dejar para que lo escucharan todos. Las celebraciones multitudinarias, encuentros con diversos grupos significativos en la vida de las Iglesias locales, la visita a centros de atención caritativa y social, a las cárceles, a los barrios más excluidos… En todo momento, incluso físicamente, los más cercanos han sido los pobres y los excluidos. Los actos protocolarios, reducidos a lo imprescindible. Las periferias están en el centro del interés del Papa. La dignidad de las personas no sabe de geografías y zonas urbanas, sino de justicia y de responsabilidad.
El papa Francisco no quería solamente ofrecer una doctrina para iluminar, sino que sirviera de estímulo para la acción. Pero también llegaba el Papa para aprender unas lecciones de las que indiscutibles maestros son aquellos que tienen abiertas las heridas de Cristo en sus sufrimientos, que gritan con los silencios de increíbles e inhumanas marginaciones.
Las familias, los jóvenes, los excluidos y marginados, las minorías olvidadas, las estructuras de pecado, la insensibilidad ante los gritos del desvalimiento, el olvido de Dios, el cuidado de la casa común… Un viaje pastoral que ha dejado huella, y no solamente en los países que recibieron la visita del Papa, sino en otros muchos, que no pueden quedar indiferentes ante denuncias y llamadas de atención que a todos afectan, porque están metidos en lo más hondo de la dignidad y los derechos que corresponden a las personas.
En septiembre llegará la visita del Papa a Cuba y a los Estados Unidos. Situaciones muy diferentes y preocupaciones comunes, aunque la gravedad y las dimensiones puedan ser distintas, pero el hombre y la mujer sufrientes y su grito de redención van más allá de los límites que ponen las fronteras.
La cátedra de Doctrina Social de la Iglesia, de la que es eximio titular el papa Francisco, recorre el mundo entero y no deja indiferentes ni a unos ni a otros. Siempre existirá el que quiera capitalizar la palabra y los gestos del Papa en la línea de su condición e ideología. Pero el camino del maestro es el de la verdad en la caridad.
En el nº 2.950 de Vida Nueva
ESPECIAL: Todo sobre el viaje del Papa a Ecuador, Bolivia y Paraguay