JOSÉ LUIS CELADA | Redactor de Vida Nueva
La Panorámica de la Edición Española de Libros correspondiente a 2014, recién publicada por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, pone de manifiesto un dato esperanzador, aunque ciertamente llamativo: la producción del sector editorial creció un 1,9%, revirtiendo la tendencia negativa de los últimos años. Sin embargo, en uno de los barómetros publicados por el CIS a lo largo de este 2015, cuando se les pregunta a los encuestados por sus hábitos lectores, la mitad admite no haber comprado ni un libro y un 70% reconoce no haber pisado una biblioteca.
¿Es una buena noticia que se publiquen más libros? Todo hace pensar que responde más a un empeño quijotesco que a una “necesidad” real. Impresión que ratifican las ventas ejercicio tras ejercicio. Está muy bien todo eso de que los libros no son productos de consumo al uso, sometidos a las leyes de la oferta y la demanda que rigen el mercado, sino “bienes culturales”.
Se supone que el cine comparte este atributo, pero las salas sufren ya el exilio de los centros comerciales. Como en tantas cosas, también en esto convendría leer los hechos… y extraer las lecciones pertinentes. Aún estamos a tiempo de que la calidad gane la batalla a la cantidad. Que cueste más colmar el ego de los autores que las cuentas de resultados no es motivo suficiente para ignorar la realidad.
En el nº 2.957 de Vida Nueva