La desafección asoma la patita


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José Lorenzo, redactor jefe de Vida NuevaJOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva


La Plenaria de la Conferencia Episcopal Española del próximo mes de noviembre estudiará el borrador de su plan pastoral para 2016-2020. Cuando se apruebe, será el primer documento de esta envergadura que adopte el episcopado bajo el pontificado de Francisco y supondrá el carpetazo definitivo a la era Rouco. De hecho, este documento programático (que no sustituye, ojo, a los respectivos planes diocesanos) rezuma por sus costuras la Evangelii gaudium de Bergoglio y pretende apoyar la renovación emprendida por el Papa argentino, también con respecto a la Iglesia en nuestro país.

Es verdad que no se sabe muy bien en qué se traducirá en España ese nuevo aire, al menos públicamente, pero seguro que alguna idea tienen quienes están detrás de este plan pastoral, y que sí hablan con él: Juan José Omella y Fernando Sebastián. Y que probablemente tengan algo que decirle sobre los cambios para las ocho diócesis que están a la espera de nombrar a un nuevo pastor, ocho nombres de una tacada que bien pudieran apuntalar entre nosotros un tambaleante “efecto Francisco”.

El plan pastoral no es del gusto de todos. Algo perfectamente normal (y sano) y que sería el menor de los problemas del Papa cuando se le rebelan cuarto y mitad de cardenales (a esto han quedado reducidos en cuanto se han publicado sus nombres). Más preocupante es “la desafección” que aparece entre algunos pastores hacia Francisco, según indican quienes saben dónde se agazapa. Ya no es solo porque su testimonio y estilo dejen en mal lugar a algunos.

A esta etapa primera, que no saben aún cómo enfrentar, unen ahora pretendidos agravios que no dejan cerrar heridas, como la aceptación de la renuncia de Rouco cuando, con la misma edad, sigue dando inequívocas muestras de confianza en el cardenal Sistach. Tampoco gustan los métodos empleados por Bergoglio en los turbios casos de Zaragoza y Granada, “ese señalar con el dedo”… Tal vez hubiesen preferido que el dedo siguiese apuntando a la luna…

En definitiva, no les gusta porque los tiene en ascuas, todo lo contrario que a los religiosos. En menos de tres años, se han vuelto las tornas y hoy esos hombres y mujeres son los grandes valedores en España del Papa, porque les ha devuelto la capacidad de creer –aun con sus debilidades– de nuevo en sí mismos. Cosas veredes.

En el nº 2.960 de Vida Nueva

 

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