M. GÓMEZ | El Vaticano ha comunicado en la mañana de hoy miércoles 18 de noviembre el nombramiento de Juan Antonio Menéndez Fernández como nuevo obispo de la diócesis de Astorga. Sustituye en el cargo a Camilo Lorenzo Iglesias, quien era el pastor de la diócesis desde 1995 y que el pasado mes de agosto presentó su renuncia por motivos edad. Menéndez Fernández es, desde 2013, el auxiliar de Jesús Sanz en Oviedo.
Al poco de conocerse el nombramiento, Menéndez Fernández ha enviado un saludo a la diócesis de Astorga, en la que no solo agradece al Papa la designación, sino también a la diócesis de Oviedo y a toda Asturias, a las que debe “todo lo que soy”.
“En Asturias dejaré mi entorno familiar, mis amigos y compañeros para ir a vosotros con total libertad –dice a los astorganos– y entregarme por entero a la predicación del evangelio y a dar testimonio de la fe en Cristo resucitado”.
Menéndez quiere hacerse cercano a Astorga, a la que conoce bien. Por una parte, la realidad social “eminentemente rural y minera”, porque “nací en una pequeña aldea del mundo rural” (Villamarín de Salcedo, en Grado) y ha ejercido gran parte de su ministerio pastoral en zonas mineras asturianas. Y, consciente de que tanto el rural como el sector minero han sufrido una dura transformación en los últimos años, se ofrece a las autoridades políticas y sociales “para buscar juntos un futuro justo y estable para todos”.
Por otra parte, el obispo electo recuerda que lleva más de 20 años participando en las reuniones de la Provincia Eclesiástica de Oviedo (a la que pertenece también Astorga), y en ese sentido “no me resulta del todo desconocida la realidad eclesial de la diócesis”.
En su saludo no faltan palabras de cariño hacia su antecesor, Camilo Lorenzo, “mi querido hermano en el episcopado”, y asegura que desea continuar con los planes puestos en marcha en la diócesis, y en la línea de los últimos Planes Pastorales Diocesanos.
También se presenta a los sacerdotes como “vuestro hermano en el sacerdocio” y “amigo y compañero”; a los seminaristas; religiosos y religiosas (“Vosotros nos señaláis con eltestimonio personal y comunitario el camino de perfección en el amor a Dios y a los hermanos); y a los laicos, familias, jóvenes y enfermos.
“‘Ahora es tiempo de caminar’, decía Santa Teresa en el lecho de muerte. Para mí ahora es tiempo de caminar con vosotros por vuestros caminos y salira las encrucijadas para anunciar la alegría del evangelio y consolar a los afligidos por cualquier causa y curar los heridos por las consecuencias del pecado y de la injusticia. Mi máxima aspiración –concluye– es atraer, con la ayuda de la gracia, a todos los hombres y mujeres hacia Dios”.