Resaca episcopal


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José Lorenzo, redactor jefe de Vida NuevaJOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva

La Iglesia en España se pone en estado de misión. Así al menos se proclama ahora, recién aprobado el plan pastoral de la Conferencia Episcopal, que ha sido mimado para convertirse en revulsivo. Aunque primero ha de salir del estado de shock en el que ha vivido instalada en los últimos años. Los obispos están empezando a despertar del letargo, aunque el desconcierto en ellos es patente, a poco que se rasque. Han vivido instalados en su particular habitación del pánico y quieren respirar los nuevos tiempos eclesiales, donde se reconocen con menos traumas de los previstos.

En esas primeras salidas les retumba, resacosa, la cabeza con lo que oyen sobre sus silencios, sobre sus privilegios, sobre sus discursos trasnochados. Despiertan de una borrachera de autocomplacencia, de continuas rondas de “o nosotros o el caos”. Están sonados por un puñetazo de realidad, donde reconocen unas evanescentes raíces católicas y el respeto de la gente sencilla, pero donde asoma el prejuicio –a veces desprecio– contra la religión, sobre todo la católica. “Ese es el gran escándalo, la gran incomprensión que estamos viviendo”, se sincera uno, magullado por la realidad.

Los obispos han hablado mucho entre ellos estos días pasados, durante la Asamblea Plenaria. Quieren resituarse. Hay inercias, aunque parecen controladas. Pero tienen miedo a no acertar, a ser malinterpretados por la sociedad. Y en algunos renace la tentación de encastillarse. Otros, audaces, no temen la insignificancia. Les duele más el antitestimonio que se haya podido dar. Aspiran a que no la suya, sino la del Evangelio, sea una voz que se escuche de nuevo con respeto, sin miedo. Por eso tienen prisa por deshacerse de los demás acentos que les volvieron incomprensibles.

En el nº 2.966 de Vida Nueva

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