JOSÉ BELTRÁN | Una vuelta al mundo a los puntos calientes que dificultan la convivencia en paz y el respeto de los derechos fundamentales. En la mañana de hoy viernes 25 de diciembre, Francisco realizó desde la Logia central de la Basílica de San Pedro un viaje virtual a las heridas abiertas del planeta, durante su mensaje de Navidad y la bendición Urbi et Orbi. “Donde nace Dios, nace la esperanza. Donde nace Dios, nace la paz. Y donde nace la paz, no hay lugar para el odio ni para la guerra”, sentenció ante una plaza repleta.
A renglón seguido, el Papa lamentó que precisamente “allí donde el Hijo de Dios vino al mundo, continúan las tensiones y las violencias y la paz queda como un don que se debe pedir y construir”.
A partir de ahí, el pontífice argentino rezó por las diferentes regiones que viven en conflicto y que pagan las consecuencias de guerras y persecuciones:
Francisco también tuvo presente en su oración a las víctimas de los atentados terroristas más sangrientos de este año en el cielo de Egipto, Beirut, París, Bamako y Túnez. De la misma manera, rezó por aquellos que “son privados de su dignidad humana y, como el Niño Jesús, sufren el frío, la pobreza y el rechazo de los hombres”.
En sus palabras hizo una mención especial a los niños soldados, a las mujeres que sufren la violencia, a las víctimas de la trata y del narcotráfico, a los inmigrantes y refugiados.
No se olvidó de los desempleados a quienes invitó a tener esperanza, pero tampoco de los gobernantes de las naciones, a quienes instó a “buscar el bien común y tutelar la dignidad de toda vida humana”.