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‘Diccionario teológico del Concilio Vaticano II’


Un libro de José R. Villar (dir.) (Eunsa) La recensión es de Antonio Mª Calero, SDB

Diccionario teológico del Concilio Vaticano II, José R. Villar (dir.) (EUNSA)

Título: Diccionario teológico del Concilio Vaticano II

Autor: José R. Villar (dir.)

Editorial: Eunsa

Ciudad: Pamplona, 2015

Páginas: 1.036

ANTONIO Mª CALERO, SDB | Estamos ante un robusto volumen de 1.036 páginas, que se abre con un breve prólogo del cardenal Ricardo Blázquez; le sigue una presentación, igualmente breve, por parte del profesor José R. Villar, que ha dirigido y coordinado los trabajos que conlleva una publicación de esta naturaleza. Los autores (29 en total) de las 50 voces que comprende este Diccionario Teológico del Concilio Vaticano II, pertenecen todos/as al claustro de profesores de la Universidad de Navarra. El desarrollo de cada voz va precedido de un breve sumario a modo de esquema general del contenido, seguido de una breve nota bibliográfica.

Antes de dar paso a cada una de las voces, el director del mismo hace una amplia introducción al conjunto de la obra. Introducción que concluye con una tercera parte (La hermenéutica conciliar), en la que el autor presenta algunas Orientaciones para la hermenéutica textual, cuyo apartado tercero aborda el serio problema del “progreso en la continuidad”. Un problema que inquietó profundamente a no pocos padres conciliares y que dio origen incluso a la dolorosa ruptura con la Iglesia católica protagonizada por el obispo Marcel Lefebvre.

En esta introducción no me parece encontrar debidamente subrayada –con todo el énfasis que la materia requiere y que el paso de los años no ha hecho más que poner de relieve– la profunda y verdadera novedad (novedad en la continuidad) que supuso el Vaticano II (aggiornamento, fue llamada en su momento): no tanto en los comportamientos y formas de actuar la Iglesia cuanto en la forma de entenderse a sí misma. Con el Vaticano II se pasó de la conciencia de una Iglesia que se veía y entendía a sí misma desde el principio jerarcológico (la Iglesia sociedad perfecta) a una Iglesia que se entiende a sí misma y que actúa en consecuencia a todos los niveles, como el peregrinante Pueblo de Dios. Es apreciable el esfuerzo que realiza el autor para explicar este paso.

Clave pastoral

De todas formas, a nuestro modesto juicio, la clave que mejor lo explica es la que expresó san Juan XXIII en el discurso programático de apertura del Concilio, Gaudet Mater Ecclesia: es la clave pastoral con la que se deben abordar tanto los contenidos doctrinales como el talante de acogida y comprensión frente a los planteamientos ideológicos, sociológicos y psicológicos en que se mueve el hombre contemporáneo.

Cuando el papa Roncalli pide al Concilio tener en cuenta grandemente tanto la progresiva profundización y maduración del mensaje cristiano como los signos de los tiempos que marcan el mundo actual, lo que está diciendo es que es en este sentido en el que hay que entender el principio de un “magisterio de carácter prevalentemente pastoral”. La elaboración de todos los documentos, y en primer lugar de la constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium, debe ser abordada precisamente dese ese criterio: se trata del “espíritu del Concilio”.

Viniendo al contenido del presente Diccionario, hay que señalar, ante todo, la imposibilidad de hacer una presentación pormenorizada de todas y cada una de las 50 voces que contiene. Asumiendo el riesgo de subjetivismo e incluso de arbitrariedad, me he determinado a presentar tres voces por su particular importancia, actualidad, dificultad o delicadeza del propio contenido:

  • 1. Ante todo, el amplísimo artículo sobre la Iglesia de José R. Villar (pp. 511-548). Esa amplitud está más que justificada si se acepta que, en definitiva, el Vaticano II fue un Concilio de la Iglesia sobre la Iglesia. El último apartado de este texto lleva como título Recepción postconciliar. Comprende dos consideraciones sobre la hermenéutica de Lumen Gentium y del magisterio conciliar en general. Varias observaciones importantes me han asaltado al leerlo. Ante todo, me parece impensable que, en todo el proceso de conversión de los padres conciliares, no se haga la más mínima alusión a la presencia real y transformadora del Espíritu Santo en todo el proceso de maduración del misterio de la Iglesia desde el momento en que se redacta el primer esquema, hasta el esquema votado en la conclusión misma del Concilio. La presencia del Espíritu se echa de ver de forma significativa en el esquema De Ecclesia, en el que el Pueblo de Dios pasó a ocupar el segundo lugar, por encima del capítulo dedicado a La Constitución jerárquica de la Iglesia. Este paso es de un valor decisivo en la nueva forma de entenderse la Iglesia a sí misma. No me parece del todo acertada, por tanto, la presentación que el autor hace de ese momento, verdaderamente crucial en la orientación definitiva del Concilio (pp. 518-521).
  • 2. Es interesante hacer referencia al artículo de Tomás Trigo sobre la Moral (pp. 749-777) como objeto de estudio y reflexión en el Concilio Vaticano II. Llama la atención en esta voz no solo la ausencia en la bibliografía de algún moralista español de fama reconocida, sino, sobre todo, la contundente descalificación que hace al presentar La teología moral después del Concilio (pp.775-777).
  • 3. Nos acercamos, por último, a esa misteriosa pero determinante realidad en el estudio de la eclesiología que llamamos Sensus fidei (pp. 970-983), de la mano de César Izquierdo. Comparto la conclusión a la que llega el autor: “La enseñanza del Concilio Vaticano II sobre el sensus fidei constituye la más extensa y detallada exposición magisterial sobre esa realidad del sujeto creyente que es la Iglesia en su conjunto y, de manera diversa, cada uno de sus fieles. La doctrina conciliar sobre ‘el sentido sobrenatural de la fe’, está en consonancia con el magisterio eclesiológico del propio Concilio” (pp. 982-983).

Otros conceptos

Por lo demás, reconociendo y apreciando debidamente que estamos ante un diccionario, y no precisamente ante una enciclopedia, nos habría gustado encontrar tratadas desde una perspectiva teológica –pero de una forma directa y explícita– voces de particular relieve e importancia en el Concilio Vaticano II, como Dios, Cristo, Bautismo, Familia, Oración, Persona, Trabajo, Unidad… Es cierto que muchos contenidos correspondientes a estos conceptos se encuentran presentes en diversas voces estudiadas en el Diccionario Teológico del Concilio Vaticano II, pero tal vez algunas de ellas hubieran merecido un tratamiento más directo y formal.

En el nº 2.976 de Vida Nueva

Actualizado
12/02/2016 | 00:30
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