Meten miedo


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De paso por España, una misionera en África cuenta las miserias morales de los políticos de su país. Y su punto final suena con estrépito: “Pero aquí no estáis mucho mejor”. Y le asoma el miedo incluso a la violencia física contra los cristianos. Parece exagerado hoy, aunque los mensajes políticos con respecto a la religión anuncian un fin de ciclo, cuando no una marcha atrás no solo en el respeto, sino en la consideración. Así pues, a nadie le extrañe que desde la Iglesia se mire hacia el PP, por más que huela a podrido

El PSOE, en donde menudea el desprecio, a duras penas mantiene algunos puentes con los católicos. Están rotos los levantados en los años 50 del siglo pasado en lo que hoy es Izquierda Unida, abonada al laicismo de exclusión. Pero es en Podemos y en sus afluentes donde se escucha atronadora la corriente neolaicista que baja amenazando con llevarse consensos que han facilitado la convivencia. Vienen embistiendo con el ariete de una ignorancia travestida de retórica intelectual, todavía enganchada en el discurso alienante de la religión.

Ahora que nos ha dejado Umberto Eco, ay, es inevitable el sonrojo cuando algunos se parapetan en su condición de profesores o alumnos aventajados mientras chapotean con encono en los lugares comunes. No es solo lo de asaltar las capillas, que lo curan la edad y el diálogo. Son esos tuits donde miembros del think tank de Podemos lamentan que se quemen iglesias sin nadie dentro; son seudopoemas que ofenden gratis a quien también los paga, como también pagan esos carteles en Barcelona donde, con dudoso gusto, se dice que la única iglesia que ilumina es la que paga los recibos de la luz… Son palabras lanzadas como dardos que evidencian que, lamentablemente, no hay más cera que la que arde.

En el nº 2.978 de Vida Nueva

 

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