Un libro de Alexander J. M. Wedderburn (Ediciones Sígueme) La recensión es de Pedro Barrado
–
Título: Intrigas evangélicas
Autor: Alexander J. M. Wedderburn
Editorial: Ediciones Sígueme
Ciudad: Salamanca, 2015
Páginas: 352
–
PEDRO BARRADO | Pocas veces un artículo indeterminado ha estado tan justificado y se ha empleado mejor. En efecto, nos encontramos ante el bosquejo de una historia del cristianismo de los orígenes, entre otros posibles que cabría hacer. A eso responde la gran cantidad de preguntas que el autor –miembro de la Iglesia Reformada y profesor de Nuevo Testamento en varias universidades, entre ellas la de St. Andrews (Escocia) y la Ludwig-Maximilian de Múnich– deja planteadas a lo largo de las páginas de esta obra. Preguntas que, dependiendo de la respuesta que se les dé, abren posibilidades distintas a la hora de explicar –o entender– el desarrollo histórico de la Iglesia y, con ella, de la fe cristiana.
Muchas de las que se formulan en el presente volumen ayudan a clarificar el punto histórico del que se está tratando, poniendo de relieve matices o posibilidades que de otro modo quizá pasarían inadvertidos. Por ejemplo, hablando de la vocación de Pablo a ser apóstol de los gentiles (Gal 1, 16), Wedderburn subraya “que inmediatamente se dispuso a cumplirlo en el reino nabateo, quizás en alguna de las ciudades helenizadas de la región como Bostra, Filadelfia, Gerasa y Petra. Esto implica, no obstante, que Pablo supo inmediatamente qué tenía que proclamar y, además, que fue consciente de que este mensaje tenía que ser llevado a los gentiles de una forma más activa de lo que lo había sido hasta entonces, según sabemos. ¿No es esperar mucho de su experiencia de conversión creer que se le comunicaron tantas cosas de una forma tan rápida y clara?” (p. 144).
Desde hace ya algunos años, la Iglesia ha empezado a ocupar el primer plano del trabajo de los historiadores. Casi se podría decir que las comunidades cristianas han ido tomando poco a poco el relevo a Jesús como objeto de investigación histórica. En este sentido, una de las cuestiones que se va viendo con mayor claridad es la variedad de unas comunidades muy diferentes en cuanto a forma, estructura e incluso creencias. Una variedad que enriquece una realidad presentada muchas veces de forma tan monolítica como irreal.
Estructura de la obra
Cronológicamente hablando, el libro abarca desde las apariciones del Resucitado hasta las décadas siguientes a la caída de Jerusalén en manos del futuro emperador Tito (70 d. C.), llegando prácticamente hasta finales del siglo I. Su contenido se reparte en once capítulos.
Tras la introducción (donde también se abordan las fuentes: básicamente, las cartas paulinas y los Hechos de los Apóstoles), diez capítulos estudian las diversas etapas del cristianismo de los orígenes: los comienzos (con las citadas apariciones del Resucitado y Pentecostés), Esteban y su grupo, la expansión por Samaría y Antioquía, los años ocultos de Pablo, acuerdos y desavenencias (con la asamblea de Jerusalén), la misión paulina, el cristianismo judaizante, el cristianismo paulino después de Pablo, el cristianismo joánico y la Iglesia en el Imperio romano.
Una obra muy recomendable, pero poco apta para espíritus dogmáticos.
En el nº 2.983 de Vida Nueva