MARÍA PÉREZ | Instituida por el papa Benedicto XVI, la Iglesia universal celebra cada 24 de mayo su Jornada de Oración por China. El incipiente deshielo entre la Santa Sede y China hace que este año cobre especial relevancia. Por ello, Francisco ha pedido a los fieles “promover una auténtica cultura del encuentro y de la armonía en la sociedad sociedad, aquella armonía que tanto ama el espíritu chino”.
Las palabras de Francisco durante el ángelus de este domingo 22 de mayo han resonado con fuerza en toda la comunidad internacional: “El próximo martes nos uniremos espiritualmente a los fieles católicos en China, que ese día celebran con particular devoción la memoria de la Bienaventurada Virgen María Ayuda de los Cristianos, venerada en el santuario de Sheshan en Shanghai. Pidamos a María donar a sus hijos en China la capacidad de discernir en cada situación los signos de la presencia amorosa de Dios, que siempre acoge y siempre perdona”.
“Que en este Año de la Misericordia los católicos chinos puedan, junto a cuantos siguen otras nobles tradiciones religiosas, convertirse en signo concreto de caridad y de reconciliación. De esta manera ellos promoverán una auténtica cultura del encuentro y de la armonía en la entera sociedad, aquella armonía que tanto ama el espíritu chino”.
En una reciente entrevista concedida a Vida Nueva, el cardenal Dominique Mamberti –ex ministro de Exteriores vaticano y actual prefecto de la Signatura Apostólica–, habló sobre los avances en el diálogo con China. Preguntado por si Francisco será el primer papa en pisar en país, afirmó que “él tiene muchas ganas de que esto se produzca. Se están dando signos positivos para ello, pero ahora toca rezar para que se cumpla”.
“Cuando trabajaba en la Secretaría de Estado –relató el cardenal– y daba una conferencia, siempre decía que el primer actor de la diplomacia pontificia es el papa. Hoy el gran ejemplo de ello es Francisco, que se ha convertido en un líder extraordinario en lo moral y en todo un referente en la comunidad internacional. Él ha demostrado que la pastoral y la diplomacia no son opuestas”.