Destejiendo a Bergoglio


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Leo alarmado que a la Iglesia le preocupa mucho el “imperio gay”, así entre comillas, y veo las redes sociales regurgitando estereotipos como si el papa Francisco hubiese movilizado a las divisiones acorazadas de las que se reía Stalin para que armasen lío y repeliesen una invasión rosa. Luego resulta que el vade retro no es del Papa, sino de un cardenal suyo, quizás por eso las descalificaciones contra la Iglesia mantenían el esquema clásico.

Casi al mismo tiempo, otra noticia desde el Vaticano con otro entrecomillado rotundo… Calma. Leamos: “El papa Francisco ha afirmado que quien explota a la gente con trabajo en negro es una ‘sanguijuela’ y comete ‘pecado mortal’”. Hmmm, reconocible. La Iglesia de Francisco está más ocupada en sacar los colores al imperio del descarte que a jugar ella misma al descarte imperioso.

Un rápido repaso a lo que a esa Iglesia de Francisco le ha preocupado más durante esa semana confirma los objetivos. Como el discurso a los participantes en la Cumbre Humanitaria de Estambul, donde sí denunció las estrategias políticas, económicas y militares para desplazar a personas y pueblos. O la petición a un grupo de embajadores para que sus naciones intensifiquen esfuerzos en favor de una cultura del diálogo. O el encuentro con el gran imán de los suníes para abogar juntos por el compromiso de las religiones en favor de la paz… Ni rastro del “imperio gay” en la agenda papal.

Últimamente, lo que Bergoglio teje de día se lo destejen voluntariosas penélopes sin apenas dejar que caiga la noche. Sean exhortaciones, instrucciones, homilías, catequesis o incluso sus improvisaciones siempre encuentran a alguien dispuesto a reconducirlas. No es extraño, pues, que haya obispos que crean que hay que proteger al Papa de los suyos.

En el nº 2.990 de Vida Nueva


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