Un libro de Francesc Torralba (PPC) La recensión es de José Manuel Caamaño López
–
Título: La revolución ética
Autor: Francesc Torralba
Editorial: PPC
Ciudad: Madrid, 2016
Páginas: 223
–
JOSÉ MANUEL CAAMAÑO LÓPEZ | Francesc Torralba, profesor de la Universidad Ramón Llull de Barcelona y director de la Cátedra ETHOS de ética aplicada, es uno de los escritores más prolíficos del panorama filosófico español. De ahí que no necesite mucha presentación. En él encontramos a uno de los mejores conocedores de la obra del filósofo danés Sören Kierkegaard –a quien dedicó su tesis doctoral de filosofía– y también del teólogo alemán Hans Urs von Balthasar –sobre el cual se adentró en su doctorado en teología–. Pero, además de profesor e investigador, Torralba encarna con su obra aquella conocida sentencia de Ortega cuando escribía que “la claridad es la cortesía del filósofo”, algo muy patente en prácticamente todas sus publicaciones: Torralba es un gran divulgador del pensamiento en el que la profundidad y la claridad van siempre de la mano, algo de lo cual esta obra que presentamos constituye una buena muestra.
En repetidas ocasiones podemos escuchar que estamos viviendo no solo una época de cambios, sino un auténtico cambio de época, en la que –como dice Torralba– “un mundo se hunde pero otro nace”. Y, en este sentido, el presente libro va ofreciendo, por un lado, una implícita radiografía de la situación actual y, por otro, va señalando algunos elementos importantes para afrontar el futuro que se nos avecina sin naufragar en el intento.
El autor parte del reconocimiento de que la multitud de casos de corrupción, malversación, mentira, opacidad y demás formas de juego sucio que conocemos cada día han conseguido escandalizar y despertar la indignación ciudadana hasta decir “¡basta!”, como nos muestran los movimientos sociales nacidos en los últimos años o incluso la sensación de cabreo o desánimo que asola a tanta gente a nuestro alrededor. Ante tal situación, se deben tomar las medidas políticas y jurídicas necesarias.
Ahora bien, todas esas medidas, al igual que otras tan legítimas como protestar, indignarse o escandalizarse, pueden ser insuficientes si no van acompañadas de algo quizá más complejo y difícil, pero por lo mismo totalmente urgente y necesario: un cambio de rumbo en el que solo la ética nos puede salvar, es decir, una revolución que implique de veras la transformación de la conciencia colectiva. Porque también la indignación y el escándalo muestran un anhelo de ética cuya energía puede servir para la construcción de un mundo mejor a pesar de la pluralidad moral que nos caracteriza. Y por ello el autor evita la apocalíptica y el catastrofismo, mirando al futuro con esperanza a través de un lenguaje reivindicativo con el que pretende tanto sacudir conciencias como activar el pensamiento del lector.
Se trata de un libro de fácil lectura, dividido en breves capítulos que se distribuyen en diez partes o secciones temáticas, y en las que, como decía, se dibuja una radiografía moral de la situación actual y se ofrecen claves concretas para superar el estado de hartazgo y desánimo que afecta a tantas personas y al conjunto de la sociedad ante la gran crisis estructural que vivimos. De ahí que los temas tratados sean de lo más variado: el compromiso social, el liderazgo, la bondad, la pobreza, los valores políticos y ciudadanos, el consumo, la libertad, la solidaridad, la gratuidad, los valores intergeneracionales, la geoética, la economía…
Aun así, a pesar de esa diversidad temática, la obra está marcada por una idea que constituye como el humus de cada una de sus páginas, que no es sino la reivindicación de una revolución ética tanto colectiva como individual, dado que son dimensiones intrínsecamente unidas. Por eso el libro constituye una llamada a toda la sociedad, pero también a cada persona concreta, pues cada ciudadano es también un “pequeño revolucionario” cuyas acciones, movimientos y decisiones pueden ejercer la fuerza social suficiente para construir un mundo distinto y mejor. Por eso es también una obra llena de intuiciones contra el desánimo y la decadencia, en la que cada capítulo implica un reto a la conciencia moral de quien se adentre en su lectura.
Seguramente al lector actual, familiarizado con los nuevos modos de comunicación social, le resulte sugerente incluso la última parte de la obra, en la que a través de diez tuits intempestivos Torralba ofrece un Decálogo que de alguna forma es síntesis pero también estímulo para esa revolución pendiente: “La revolución del corazón”.
En definitiva, una obra estimulante y retadora para aquellos que, a pesar de las dificultades, quieren seguir caminando con esperanza y confían en que de nosotros depende el destino de ese nuevo orden social todavía por construir.
En el nº 2.998 de Vida Nueva