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Imágenes del papa Francisco en Auschwitz y Birkenau: un grito silencioso





El Pontífice visita los campos de concentración polacos, símbolo del genocidio nazi

Francisco entra a pie y solo en el campo de concentración de Auschwitz, atravesando la puerta donde se lee ‘Arbeit macht frei’ (‘El trabajo libera’)

MARÍA GÓMEZ | Sin discursos ni palabras, por supuesto sin aspavientos de ningún tipo. El gesto ha sido la visita en sí, el grito silencioso del papa Francisco hoy viernes 29 de julio, al visitar los campos de concentración de Auschwitz y Birkenau, a unos 40 kilómetros de Cracovia. Como habían hecho Juan Pablo II en 1979 y Benedicto XVI en 2006, Francisco ha recorrido los lugares más espeluznantes y a la vez significativos de ambas prisiones. “¡Señor, perdón por tanta crueldad!”, ha dejado escrito.

Una vez atravesada la puerta de Auschwitz hacia los antiguos barracones, donde se lee la macabra frase en alemán ‘Arbeit macht frei’ (‘El trabajo libera’), el Papa pasó un buen rato en el exterior sentado y solo, en una profunda y larga meditación.

Visitó la que fue la celda de san Maximiliano Kolbe, el clérigo franciscano conventual polaco que entregó su vida a cambio de salvar a otro preso. Fue otro momento de gran emoción, ver al Pontífice en el pequeño y húmedo cubículo, solo y a oscuras, y reclinado sobre la lápida conmemorativa.

En el terrible bloque 11, “la prisión dentro de la prisión”, donde eran asesinados los presos, está el llamado ‘Muro de la muerte’, el muro de los fusilamientos. Francisco encendió una vela y rezó brevemente ante él. Luego dejaría otra vela conmemorativa en el monumento a las víctimas que está en Birkenau.

En Auschwitz I, el Papa se encontró con supervivientes del Holocausto. Ellos le entregaron un álbum con fotos de aquellos años.

En el primer campo estuvo solo, en el segundo, Auschwitz II (o Birkenau) le esperaban cientos de personas para una pequeña pero sentida ceremonia. Un rabino cantó en hebreo el salmo 130 (“¡Escucha, Señor, mi voz!, ¡atiendan tus oídos mi grito suplicante!”) y un sacerdote lo rezó después en polaco, mientras Francisco rezaba ante las lápidas que recuerdan a las víctimas de todas las naciones. Luego saludó a miembros del grupo ‘Justos entre las naciones’, personas que salvaron a judíos de la shoah.

En el libro de honor de Auschwitz, el Papa dejó escrita la frase que ha dado la vuelta al mundo como titular de esta visita: “Señor ten piedad de tu pueblo! Señor, perdón por tanta crueldad!”.

Sentado y solo, en el exterior de los barracones de Auschwitz, el Papa pasó los primeros minutos de su visita al campo de concentración

En el bloque 11, donde eran asesinados los presos, el Papa enciende una lámpara frente al muro de fusilamientos de Auschwitz, se acercó, lo tocó y rezó brevemente ante él

Un grupo de doce supervivientes del campo de concentración saludó al Papa. Uno de ellos le entregó un álbum con fotos de aquellos terribles momentos

Sobrecogedora imagen del Papa en la oscuridad, en la que fuera la celda de san Maximiliano Kolbe

En el memorial de Birkenau, el Papa reza ante las lápidas conmemorativas, que están en todos los idiomas de las víctimas del Holocausto

En el memorial de las víctimas en Birkenau, Francisco deja una vela conmemorativa mientras un rabino y un sacerdote entonaban el salmo 130, “¡Escucha mi voz, Señor!”

Oración frente a las lápidas y la vela conmemorativa

El texto que el Papa ha dejado en el libro de honor de Auschwitz: “Señor ten piedad de tu pueblo! Señor, perdón por tanta crueldad!”.

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