Un libro de María Bellosta Martínez y Chaime Marcuello Servós (Sal Terrae) La recensión es de Pablo d’Ors
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Título: Guía del buen morir. Una mirada transpersonal de la muerte
Autora: María Bellosta Martínez
Título: Contrapunto
Autor: Chaime Marcuello Servós
Editorial: Sal Terrae
Ciudad: Santander, 2016
Páginas: 160
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PABLO d’ORS | Tuve el privilegio –también la responsabilidad– de ser capellán hospitalario durante una década, lo que me permitió estar en contacto directo con el mundo del dolor y de la enfermedad. Esta es la razón, probablemente, por la que me han pedido que escribiera una pequeña recensión a este magnífico libro, Guía del buen morir, de cuya lectura he podido disfrutar a lo largo de estos últimos meses.
Lo primero que debe decirse es que se trata de un texto necesario, que cubre una laguna. Siendo cierto que son muchas las publicaciones que afrontan asuntos tan peliagudos como el proceso de la muerte, el acompañamiento a los moribundos y el trabajar del duelo –por solo reseñar los principales–, también lo es que no son tantas las obras sistemáticas y, sobre todo, claras. Quizá sean estas, precisamente, las virtudes más sobresalientes del presente libro –conformando algo así como un manual–, y su claridad, pues todas y cada una de sus páginas rezuman transparencia y preocupación por llegar al destinatario para que su lectura sirva realmente para la vida cotidiana.
Este es para mí el mérito principal de esta Guía, completada por un bonito Contrapunto –de tono netamente experiencial y escrito por Chaime Marcuello Servós–: su carácter práctico. Sin resultar en ningún momento gravosa o banal –y ambos extremos no son fáciles de rehuir en una obra de este género–, María Bellosta Martínez ha escrito un libro fundamentalmente útil de cara a afrontar esa hora inevitable que es la del final. Y útil tanto para aquellos que la protagonizan, los enfermos y así llamados terminales, como para sus cuidadores, familiares o personal sanitario. La practicidad llega al punto de detenerse en asuntos tan prosaicos como el de los papeles administrativos que hay que tener presentes a la hora de un deceso, como en ofrecer ejercicios para afrontar emociones de difícil elaboración.
Merece subrayarse también la mirada transpersonal que impregna cada página y que, con acierto, nos ofrece el tono de este pequeño ensayo desde el subtítulo. Teniendo una impronta claramente espiritual, los autores abordan la materia desde una perspectiva abierta y, por fortuna, plural, abarcando con ello un amplio público lector.
El texto, que se completa con unas sugestivas ilustraciones de Vicky de Sus Gembero, presenta la muerte como algo que no tiene por qué comportar un trauma insuperable, sino todo lo contrario: aun en medio de las pérdidas que supone y de las heridas que suscita en quien está cerca de aquel o aquella que se va, la partida de este mundo puede vivirse con dignidad y hasta con elegancia, y este texto ofrece humilde pero rotundamente las claves para ello. No creo que pueda pedirse mucho más.
“En el balance final, cuando uno se topa con la muerte –cruel, dulce y eterna compañera de la vida–, el rostro que nos mira a los ojos es nuestro propio amor preguntando en lo más íntimo de la conciencia: ‘¿Dónde estabas?’”.
Publicado en el número 3.008 de Vida Nueva. Ver sumario