La Iglesia, ayer perseguida y hoy tolerada, pide que “nada enturbie la convivencia entre nosotros”
MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Tras casi cinco décadas en el poder y otra tras su abandono, la muerte de Fidel Castro, el 25 de noviembre en La Habana a los 90 años, ha conmocionado Cuba. Un sentimiento paralelo a la incertidumbre sobre los posibles pasos que dará ahora su hermano, Raúl Castro, quien, en estos diez años de liderazgo heredado, ha iniciado una leve apertura del régimen.
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Mientras, la Iglesia, hostigada durante décadas por el castrismo pero con el que ha llegado a una relativa cordialidad, sobre todo tras las visitas de Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, ha reaccionado con una medida prudencia. Vida Nueva ha contactado con el arzobispo de La Habana, Juan de la Caridad García Rodríguez, pero prefiere no pronunciarse y se suma al mensaje del Episcopado, donde se pedía a Jesucristo “que nada enturbie la convivencia entre nosotros”.
En conversación con este semanario, el religioso agustino Aldo Marcelo Cáceres Roldán, párroco en Santo Cristo del Buen Viaje, en La Habana, cree que la muerte de Fidel marca un antes y un después: “Fue un hombre carismático y de un gran espíritu revolucionario. Raúl, sin dejar de ser fiel a este espíritu, ha dado pequeños y nuevos pasos, teniendo en cuenta las nuevas circunstancias históricas, para que Cuba tenga su propio desarrollo económico”.
“Habrá que ver si, por parte de los agentes externos, hay voluntad política para cultivar un diálogo sincero que vaya más allá de sus propios intereses en la Isla”.
Berta Soler, presidenta del grupo opositor Damas de Blanco, expresa a Vida Nueva una opinión mucho más crítica: “La muerte del dictador no representa nada, pues llevamos ya diez años con su hermano controlándolo todo y, en definitiva, el pueblo ya no sentía la presencia de Fidel, que ha estado todo este tiempo escondido”.
Con escepticismo, lamenta que “todo va a seguir igual… La miseria, el hambre, el abuso de poder; Raúl no tiene voluntad de promover la libertad ni los derechos”. (…)
Publicado en el número 3.014 de Vida Nueva. Ver sumario
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