Autor de ‘Metáforas para entender la crisis (y no volver a repetirla)’ (PPC)
JOSÉ LUIS CELADA | Coordina el Equipo de Estudios de Cáritas Española y de la Fundación FOESSA, cuyos diagnósticos sobre la realidad socioeconómica actual resultan tan lúcidos como preocupantes. Ahora Francisco (Kiko) Lorenzo (Madrid, 1972), doctor en Sociología y diplomado en Trabajo Social, acaba de publicar Metáforas para entender la crisis (y no volver a repetirla), un pequeño libro editado por PPC en el que nos invita a reflexionar sobre cuestiones que “nos afectan a todos” y a “imaginar alternativas” que contribuyan a hacer de nuestro mundo un lugar más justo. Navidad puede ser un buen momento para ponernos a ello.
PREGUNTA.- Oímos aquí y allá que la crisis nos ha hecho más solidarios de lo que éramos. ¿También más responsables?
RESPUESTA.- Creo que una de las virtudes que tenemos como sociedad es nuestra capacidad empática. Y eso genera respuestas positivas, aunque en ocasiones sean únicamente emocionales. La responsabilidad necesita, además, otros ingredientes: comprender lo que ocurre, cambiar actitudes, transformar las lógicas, garantizar derechos fundamentales… Y en esto, aún, necesitamos recorrer parte del camino.
P.- ¿Qué hemos aprendido de esta crisis? ¿Nos servirá para el futuro?
R.- Que la solución no es volver a la situación que teníamos antes de 2008, sino a una diferente, dado que nuestros problemas son estructurales y no de coyuntura. Que la economía debe ser un medio y no un fin en sí misma. Que la sociedad sin personas no es sociedad y, menos aún, comunidad. Y que cada uno de nosotros podemos ser cómplices, testigos mudos o impulsores de un modelo diferente… Nos toca elegir.
P.- ¿Cómo explicarles a las principales víctimas de la crisis que su situación puede ser una oportunidad para el cambio?
R.- Deberíamos empezar por reconocer que sus problemas y su sufrimiento son síntomas claros de nuestro fracaso como sociedad. Y, desde este punto de partida, podremos llevar a cabo un doble proceso: primero, de reconciliación, en el cual pedir perdón; y segundo, otro en el que asumamos nuestra responsabilidad, donde cada uno de nosotros nos hagamos conscientes de aquello en lo que podríamos haber actuado de otra manera. Se trata de reparar el daño ocasionado y de sentar las bases de un nuevo modelo. Esa es la auténtica oportunidad.
P.- A la vista de datos tan sangrantes como los que ofrece en su libro, ¿diría que falta voluntad política para encontrar soluciones a lo que nos pasa? ¿Qué echa más de menos?
R.- En el ámbito político, falta una mirada a largo plazo frente al cortoplacismo electoral. Falta también una apuesta firme por la persona, por el reconocimiento de su dignidad y por el bien común… sin excusas. Una priorización valiente, pues abandonar a su suerte a quienes peor lo están pasando implica incapacidad de gestión, fragilidad democrática y debilidad ética. Pero también tenemos carencias como sociedad civil, pues nuestra musculatura moral y cívica deja todavía mucho que desear. En ocasiones, cuestionamos el modelo socioeconómico que ha generado la crisis, mientras nos dejamos seducir por él.
P.- ¿Regalaría su libro para esta Navidad o puede amargarnos las fiestas?
R.- El libro propone un acercamiento divulgativo a cuestiones que, queramos o no, nos afectan. Conocer, reflexionar, compartir y, sobre todo, imaginar alternativas son procesos que merecen su espacio y su celebración. Lo que pretende este libro es invitar al lector a recorrer este camino a través de sus páginas. Aunque en el mismo, admitámoslo, nos encontremos alguna piedra que pueda incomodarnos.
Publicado en el número 3.017 de Vida Nueva. Ver sumario