¿Prohibir lo que incomoda o educar en la comunicación?


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PREGUNTA.- Ante las dificultades que estamos teniendo en el colegio con los grupos de WhatsApp en las aulas, como directora del colegio, ¿puedo prohibir los grupos de aula, tanto de profesores-alumnos como de familias? RESPONDE NCARNACIÓN JIMÉNEZ, Área Derecho y Gestión Educativa de Alter Consultores Legales.- Prohibir, no. Sí hay que tener claro cuál es el óptimo uso de WhatsApp y alertar del peligro del uso indebido del mismo. Pero, sobre todo, es necesario tener un buen plan de comunicación en el centro para que el WhatsApp no se convierta en “el medio de comunicar”.

Se ha escrito mucho sobre “el buen uso de WhatsApp”; hay consejos, decálogos, artículos… Pero en el mundo educativo supone una amenaza que no podemos controlar. Al final, siempre aparece esa pregunta: “¿Puedo prohibir…?”, sobre todo cuando su uso entorpece el buen funcionamiento del aula, tanto si afecta al proceso de aprendizaje como al ámbito de las relaciones.

No es cuestión de prohibir aquello que me incomoda, es cuestión de aprender a gestionar algo nuevo para aquellos que hemos sido educados en otra cultura. Es necesario educar para que cada persona que interviene en el proceso de aprendizaje sepa qué quiere comunicar, a quién, para qué y cuál es el medio idóneo para ello. No podemos refugiarnos en el “daño que nos hace”. Tenemos que afrontar esta situación, cuidar la imagen que proyectamos, gestionar el potencial que puede tener el medio en sí como aplicación de mensajería; entrenarnos en una comunicación eficaz; gestionar bien el conflicto que está suponiendo su uso en los grupos de “madres”, “profesor-alumno”, “alumnos”…

Por ello insistimos en la existencia de un buen plan de comunicación en el centro. El WhatsApp no es el sustituto de una tutoría de calidad; no es el lugar donde todo vale, desde comunicar la hora en la que sale el autobús hasta “no estoy dispuesto a consentirle al profesor lo que ha hecho con mi hijo”. Cada contenido de la comunicación tiene su espacio para que llegue correctamente al destinatario.

La familia tiene que descubrir que el colegio es un espacio donde todos aprendemos, y uno de los aprendizajes es el respeto a la privacidad del grupo al que pertenece. Los profesores tienen que gestionar bien la información y establecer relaciones virtuales con objetivos claros y concretos: informar y/o aclarar. Y los alumnos tienen que aprender a dignificarse como personas y a utilizar los medios de comunicación como herramienta para su formación.

El centro educativo, como ya se ha mencionado, tiene que elaborar un plan de comunicación: qué, a quién, para qué, y establecer el medio adecuado para el tipo de contenido que hay que comunicar.

Vivimos un momento de transformación tecnológica donde podemos caer en la tentación de percibir la peligrosidad que supone su utilización; pensemos que somos las personas las que marcamos su nivel de peligro. Ojalá no tengamos nunca que actuar sobre las consecuencias de la comunicación por WhatsApp porque este medio se haya utilizado para desprestigiar, denigrar o manipular a las personas. Formemos para una buena comunicación interpersonal donde cualquier medio que utilicemos suponga crecer y aprender con el otro.

La cifra

1.000 millones es el número de personas en todo el mundo que usan la aplicación de WhatsApp.

Publicado en el número 3.017 de Vida Nueva. Ver sumario

 

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