FERNANDO SEBASTIÁN | Cardenal arzobispo emérito
Acaba de aparecer un comentario a Amoris laetitia que pretende ser un Vademecum pastoral, una guía práctica para su aplicación. La idea es muy buena. Los profesores que han trabajado en ella merecen mi felicitación. Quiero sugerir algunas cosas. La lectura deja la impresión de que es más una ayuda para no caer en los peligros de la exhortación que para aplicarla con diligencia.
No se puede hacer un comentario a un documento pontificio con la preocupación permanente de mostrar que el Papa no va contra la doctrina, sino que sus enseñanzas son ortodoxas y que se pueden aceptar sin temor a equivocarse. Ni como hipótesis de trabajo se puede aceptar la validez de tal sospecha.
Desde la primera página está presente el temor a una aplicación demasiado amplia del cap. VIII. Este temor desfigura el verdadero sentido de la exhortación. Su centro y su principal objetivo están en otra cosa. Se trata de impulsar una mejor comprensión y presentación del matrimonio cristiano como camino de maduración humana y de crecimiento en el amor y en la santidad cristiana, es una llamada a celebrar este sacramento con más autenticidad y ayudar a las familias jóvenes a recorrer este camino con esperanza, fidelidad y fortaleza.
Parece que la postura adecuada tendría que ser otra. Acogemos la enseñanza y las recomendaciones del Papa con humildad y confianza, tratamos de entenderlas y valorarlas sin reticencias, confiados en la permanente solicitud del Señor por el bien de su Iglesia, y luego animamos y ayudamos a nuestros hermanos a aplicarlas con diligencia en la vida y en la acción pastoral de nuestras comunidades.
Bienvenidas las cautelas necesarias. Pero no es suficiente. Hay que impulsar con urgencia una nueva mentalidad y una forma nueva de trabajar en la pastoral matrimonial y familiar. Ante situaciones nuevas, una actitud nueva, más positiva, más entusiasta y más misionera.
Publicado en el número 3.022 de Vida Nueva. Ver sumario