EDITORIAL VIDA NUEVA | En sus campañas de lucha contra el hambre, Manos Unidas no solo pretende incidir en la urgencia de combatir esta lacra para actuar en los países que viven en una emergencia permanente por la falta de alimentos y de agua. Siempre busca un compromiso cotidiano, conscientes de que cualquiera de nuestros actos tienen un efecto más directo de lo imaginado en cualquier punto del planeta, especialmente entre los más vulnerables. Este año, la apuesta de esta organización católica se hace más visible al poner en el centro el desperdicio de comida, sabedores de que un tercio de los alimentos acaba en la basura, mientras que más de 800 millones de personas pasan hambre.
El consumo responsable se convierte así en piedra angular para hacer realidad la ecología integral que propugna Laudato si’, que no se puede enmarcar en una única semana de acción. Exige un cambio de hábitos y estilo de vida que, a la larga, conlleva necesariamente una denuncia, con la vida y con la palabra, de la explotación y la desigualdad. Porque el cuidado de la casa común, y por tanto la lucha contra el hambre, arranca con el compromiso con la sostenibilidad en la casa de cada uno.
Publicado en el número 3.023 de Vida Nueva. Ver sumario
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