Un libro de Pável Florenski (Ediciones Sígueme). La recensión es de Jesús Sastre García
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Título: El iconostasio. Una teoría de la estética
Autor: Pável Florenski
Editorial: Ediciones Sígueme
Ciudad: Salamanca, 2016
Páginas: 208
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JESÚS SASTRE GARCÍA | Pável Florenski (1882-1937) fue un matemático ruso que estudió de modo autodidacta lenguas clásicas y filosofía. Mientras trabajaba como ingeniero, estudió teología, se casó y se ordenó sacerdote ortodoxo en 1911. En 1933 es acusado, sin fundamento, de conspirar contra el régimen comunista, enviado a un gulag y fusilado en 1937. Estudió muchos y variados temas que se han conocido a partir de 1999, cuando se abrieron los archivos del KGB. En la abundante correspondencia con su esposa e hijos aparece la visión del mundo que trata de inculcar a sus descendientes. Su vida ejemplar es un testimonio de coherencia y de fe hasta dar la vida.
Están traducidas al español cinco de sus obras. Natalia Timoshenko hace una interesante introducción/invitación a lectura de esta que comentamos, cuya segunda mitad está escrita en forma de diálogo teológico. El estilo del autor no es fácil (usa con mucha frecuencia la subordinación), pero sí preciso.
El iconostasio trata, de manera sistemática y pormenorizada, las partes del icono y cómo se elabora cada una de ellas. A través de las técnicas artísticas y del aspecto simbólico, busca descubrir la identidad del icono, su significación ontológica. Los temas secundarios que aborda ayudan a comprender el contenido fundamental del libro. Muy sugerente resulta, por ejemplo, el estudio de las diferentes maneras de comprender el mundo en el protestantismo (grabado), el catolicismo (pintura al óleo) y la ortodoxia (icono).
Para Florenski hay dos formas fundamentales de comprender y explicar la realidad: la platónica y la kantiana. Ambas se pueden comprobar en el culto, el arte y la cultura. “En la pintura de los iconos se reconstruye el mundo invisible, aquello que es ininteligible a la razón. Florenski adopta la postura, en lo que al arte se refiere, de Platón, y prácticamente recurriendo al mismo lenguaje, devalúa el arte de tendencia realista, al que interpreta como un mero e innecesario intento de crear apariencias de las cosas naturales” (p. 15). El icono pretende llevar a lo invisible, “hacia la belleza de lo ininteligible”.
El estudio detallado que presenta de cómo se hace un icono es manifestación del recorrido espiritual que convierte esa elaboración en un ejercicio espiritual. A un buen pintor de iconos se le llamaba escritor, pues intenta plasmar la “semejanza de la imagen con la verdad”, pero manteniendo la superioridad de la verdad en relación con la imagen. Otros dos aspectos sugerentes son: la importancia de la luz, “metafísica de la luz”, en la pintura de los iconos; y la significatividad de los iconos de santos, pues estos nos siguen enseñando a través de sus iconos.
Publicado en el número 3.024 de Vida Nueva. Ver sumario