Tribuna

Abrir la boca

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Dolorez Aleixandre, RSCJ, biblistaDOLORES ALEIXANDRE, RSCJ | Biblista

La expresión me ha sorprendido este año al leer las bienaventuranzas de Mateo: “Subió al monte y, abriendo la boca, dijo: Dichosos los pobres…”. Parece obvio lo de “abrir la boca”, habida cuenta de la imposibilidad de hablar con ella cerrada. Luego he recordado con qué frecuencia usamos ese giro: “Fulanito/a, en cuanto abre la boca…, ya se sabe lo que va a decir”.

Algunos ejemplos: sor Genoveva informará, sin mediar pregunta alguna, sobre el estado de su rodilla. La vecina del 3º nos contará en el ascensor la última gracia de su nieta. El hermano Eutiquio, vuelto de Japón después de 30 años, hablará a tiempo y a destiempo de las costumbres de las gheisas. Anselmo el cura calificará, una vez más, como craso error el último nombramiento diocesano. El abuelo Tirso, impasible el ademán, contará de nuevo dónde le pilló la guerra y la tía Conchita añadirá nuevos detalles a la narración de su operación de juanetes.

Somos tan predecibles en nuestros decires que lo de “abrió la boca” incluye cierta impaciencia ante lo que nos suena a archiconocido y repetido, y por eso me pregunto si con Jesús pasaba algo parecido: que, en cuanto abría la boca, ya se sabía que iba a hablar de la gente que lo pasaba mal, de los que no tenían donde caerse muertos, de los que no contaban. Me inclino a pensar que sí, que así era, y que, quizá, a los que estaban cerca de él les impacientaba secretamente que fuera tan insistente, que dedicara tanta atención a los pobretones de siempre, que se pusiera tan pesado recordando situaciones que ellos preferirían olvidar.

“–Maestro, ¿no te parecen un disparate las obras del túnel de Siloé?, ¿te has enterado del escándalo de la hija de Herodías…? ¿no te indigna la desfachatez de Pilatos en su tuit de ayer? ¿sabes el último chiste de samaritanos…?”. Y él, nada, a lo suyo, empeñado en hablar de los desposeídos y los hambrientos, de los que no tenían donde reclinar la cabeza.

Quién se pareciera a él, quién tuviera al menos la suerte de hacerse amigo de algunos de esos de los que él hablaba en cuanto “abría la boca”…

Publicado en el número 3.028 de Vida Nueva. Ver sumario