No podemos dar la paz por supuesta

Maite Valdivieso Peña, miembro de la Delegación de Caridad y Justicia de la Diócesis de Bilbao

Maite Valdivieso Peña, miembro de la Delegación de Caridad y Justicia de la Diócesis de BilbaoMAITE VALDIVIESO PEÑA | Miembro de la Delegación de Caridad y Justicia de la Diócesis de Bilbao

Recibo la noticia del anuncio del desarme de ETA como buena noticia, esperada hace tiempo. Hubiera deseado mayor discreción y menor escenificación. Sin comprender en muchas ocasiones por qué no se han dado en este tiempo algunas actitudes, algunos pasos. ¿Habrá posibilidades de generar nuevos caminos y nuevos espacios a la paz y la reconciliación?

Escucho y leo opiniones, valoraciones que reflejan la pluralidad de nuestra sociedad, las experiencias que durante tantos años han ido marcando nuestra vida. Nos pesan. Necesitamos tiempo y gestos concretos. Para muchas personas, sobre todo para las más jóvenes, la noticia, apenas parece tener eco. Es como si fuera cosa del pasado, estamos en otro momento.

Y ante toda esta realidad, me resuenan con fuerza los testimonios, las vivencias, los sufrimientos y los anhelos compartidos el pasado 4 de marzo en el Encuentro por la paz que celebramos en nuestra diócesis bajo el lema Sus heridas nos han curado. Construir puentes, aprender de las heridas y descubrir su poder sanador. ¡Tarea difícil! ¡Un gran reto! Recuerdo las palabras más repetidas: reconocimiento y esperanza.

No podemos dar la paz por supuesta. La paz se construye desde la aportación libre y consciente de cada uno. Y en este camino, cada persona, con su pasado y su presente, tiene que actuar con honestidad y responsabilidad, desde el respeto profundo a la dignidad de cada ser humano. Es un bien valioso y esencial sin el que no podemos pensar en el futuro. Supone reconocer el mal causado, visibilizarlo, mirarlo de frente y abrir nuevas sendas. Verdad, justicia y reparación para con las víctimas.

Leo esta noticia como oportunidad. Como signo de ese cambio. Como posibilidad de generar algo nuevo. Parece que todavía no hay claridad sobre el modo en que va a materializarse el desarme, donde el papel de los agentes sociales está siendo clave. Sí estoy convencida de una cosa: nuestro trabajo como sociedad, como Iglesia, no acaba aquí. Tampoco el de quienes ostentan la responsabilidad política, ni de las personas que tienen o han tenido vinculación con ETA.

Publicado en el número 3.030 de Vida Nueva. Ver sumario


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