Libros

‘La teología del pueblo’ y ‘El papa Francisco y la teología del pueblo’


Un libro de Juan Carlos Scannone (Sal Terrae) y otro de Rafael Luciani (PPC). La recensión es de Jesús Sastre García

dos libros para entender la teología del pueblo de Francisco en Sal Terrae y en PPC

Título: La teología del pueblo. Raíces teológicas del papa Francisco

Autor: Juan Carlos Scannone

Editorial: Sal Terrae

Ciudad: Santander, 2017

Páginas: 274

Título: El papa Francisco y la teología del pueblo

Autor: Rafael Luciani

Editorial: PPC

Ciudad: Madrid, 2016

Páginas: 192

JESÚS SASTRE GARCÍA | Estamos ante dos libros sobre el mismo tema. El núcleo de lo tratado es el mismo: la teología del pueblo, tema clave para entender las raíces teológicas del papa Francisco, la renovación que está impulsando en la Iglesia y sus orientaciones pastorales. La teología del pueblo es una concreción de la teología de la liberación y fruto de un largo proceso que comienza en Medellín y culmina en Aparecida. Es el teólogo Lucio Gera el que perfila este modelo de teología popular. La Iglesia es para el pueblo, no al revés; “hablar de un sensus populi es más rico que llamarle sensus fidelium” (V. M. Fernández).

Los autores empiezan por clarificar el término “pueblo” como sujeto colectivo que proyecta su futuro. Francisco utiliza el término pueblo de tres formas: pueblo-pobre, pueblo-nación y pueblo-fiel. ¿Cómo descubrir los lugares donde Dios habla y cómo podemos escucharle? Envueltos en la globalización económica, hay que discernir para que lo sociocultural pase a ser teologal (EG 126).

“Ante esta realidad, lo que Francisco propone no es un mero cambio de enfoque en la pastoral eclesial, como tampoco un refrescamiento del lenguaje o una actualización de las formas religiosas existentes. Propone el replanteamiento de un modo de ser Iglesia que sea honesto con los graves efectos de la crisis estructural que vive, retomando así la senda antropológica trazada por el Concilio Vaticano II, para el cual el hombre es un ser social por naturaleza (GS 12)” (Luciani, 70).

Para Francisco, la misión eclesial tiene que ser vivida desde los procesos históricos de cambio social que propicien un mundo más fraterno y solidario. En consecuencia, insiste el Papa, la Iglesia no tiene que estar preocupada por ocupar espacios, sino por generar procesos sociales e históricos inspirados en la praxis de Jesús, la fuerza transformadora del Reino y la conversión personal.

En 1981, el P. Bergoglio convoca el I Congreso de evangelización de la cultura e inculturación del Evangelio. En la base está el documento del P. Arrupe (1978). La inculturación es fundamentalmente un hecho vivencial que se produce por la encarnación del Evangelio en una cultura determinada. Esto suele suponer un “shock cultural” para quien se encarna como creyente; cuando se ve la realidad con los ojos de los que sufren, más que desarrollar una misión, la misión transforma al evangelizador. Ahí se experimenta, como le pasó a Jesús, que identidad y misión no se pueden separar.

El programa diseñado en Evangelii gaudium (EG) empieza cuando el “discípulo misionero” vive a fondo lo humano. “En fin, el problema de los pueblos y sus culturas no es un apéndice de la eclesiología, y mucho menos de la teología pastoral. Es una cuestión vital y universal para la vida cristiana y, por tanto, consustancial a la Iglesia, a su identidad y misión, a su razón de ser y su modo de estar en el mundo” (Luciani, 131).

Para poder ofrecer una alternativa a la situación actual, el Papa nos ofrece en EG cuatro criterios: “el todo sobre la parte”, “la realidad sobre la idea”, “la unidad sobre el conflicto”, “el tiempo sobre el espacio” (Scannone, 253-274). Estos cuatro principios aplicados en clave de discernimiento son fundamentales para la construcción de un pueblo, del Pueblo de Dios.

Las propuestas de Francisco están teniendo un influjo universal “por las raíces teológicas de la pastoral y el estilo de gobierno” (Scannone, 40). Una categoría importante es la de “sabiduría popular”, que puede hacer de puente entre la religión del pueblo y la inculturación de la teología. La praxis cobra una importancia central, pues en ella confluyen las dimensiones ética, histórica y teologal.

“Todo intento eclesial por penetrar y transformar la sociedad desde burbujas grupales o desde la verticalidad de la cultura eclesial será en vano, porque no estará respondiendo de modo gratuito, connatural, a la vida de fe, o, lo que es lo mismo, al llamamiento de Mt 25, que no es otro que el criterio de fidelidad a la praxis de Jesús” (Luciani, 181).

Estos dos libros, uno más de divulgación y otro de carácter sistemático, nos pueden ayudar a conocer las raíces y el proceso de elaboración de las propuestas que el Papa hace a la Iglesia. Varias publicaciones están ayudando a esta comprensión. Bienvenidas sean. Ojalá las complementemos con encuentros que apliquen la “teología del pueblo” a nuestra realidad social y eclesial.

Publicado en el número 3.031 de Vida Nueva. Ver sumario

Actualizado
07/04/2017 | 00:10
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