En la audiencia general de hoy miércoles 19 de abril, primera de la Pascua, el Papa recordó que Jesús “quiere hacerse presente en nuestras vidas para conquistarnos y no abandonarnos jamás”
El papa Francisco, en su habitual audiencia general de los miércoles en la Plaza de San Pedro, hoy miércoles 19 de abril, ha propuesto a un nutrido grupo de peregrinos venidos de más de una veintena de países reflexionar sobre el hecho de que “Cristo resucitado es nuestra esperanza”. En la semana de Pascua ha invitado a todos a acoger al Señor que “quiere hacerse presente en nuestras vidas para conquistarnos y no abandonarnos jamás”.
A partir del capítulo 15 de la primera carta de san Pablo a los Corintios, el Papa ha reivindicado la actitud del apóstol que presenta la resurrección indiscutiblemente como un “hecho” y no como una conclusión a la que se llega tras una reflexión especulativa. La experiencia del Resucitado es lo que hace surgir el cristianismo, que “no es una ideología, ni un sistema filosófico, sino un camino de fe que surge de un acontecimiento testimoniado por los primeros discípulos de Jesús”, ha dicho el papa.
La resurrección es el “núcleo central de la fe”. Es más, “si todo hubiese terminado con la muerte de Jesús, sólo tendríamos en él un ejemplo de entrega y generosidad, pero no sería suficiente para generar nuestra fe, porque la fe nace en la mañana de Pascua”, explicaba el Papa a los peregrinos en español.
Siguiendo el texto bíblico, el Papa en su catequesis, ha resaltado la importancia que da san Pablo a los testimonios de quienes han creído y experimentado la resurrección de Jesús. Aquí está también la propia experiencia del apóstol Pablo que se presenta como un “aborto”.
Esta expresión, ha explicado el Papa, remite a su dramática “historia personal” como perseguidor de cristianos –“no era un monaguillo, ¿eh?”, ha bromeado– que quedó trasformada por el “encuentro con Jesús Resucitado en el camino de Damasco”, en ese encuentro quien se encuentra con el Señor es “una persona atrapada por un acontecimiento que le habría transformado el sentido de la vida; y el perseguidor se convierte en apóstol”.
Las últimas 19 catequesis de los miércoles forman parte de un ciclo dedicado a la esperanza. En este sentido, Francisco ha definido el cristianismo como la religión de quienes viviendo el encuentro con el Resucitado tienen el “corazón abierto”. “El cristianismo es gracia, es sorpresa, y por este motivo presupone un corazón capaz de maravillarse. Un corazón cerrado, un corazón racionalista es incapaz de la maravilla, y no puede entender lo que es el cristianismo … la gracia solamente se percibe, es más, solo se encuentra en la maravilla del encuentro”.
El cristianismo “no es tanto nuestra búsqueda en relación con Dios –una búsqueda, en verdad, casi incierta– sino mejor dicho la búsqueda de Dios en relación con nosotros”, ha añadido.
Una esperanza que es muy consciente de las señales de muerte en el mundo y en la historia, pero que va más allá. La convicción de que “Jesús está aquí, en la plaza, con nosotros: vivo y resucitado”, ha dicho señalando a los fieles reunidos en San Pedro. Y es que, donde está el Resucitado “hay felicidad, hay alegría, vida, donde todos pensaban que había sólo tristeza, derrota y tinieblas. Dios hace crecer sus flores más bellas en medio de las piedras más áridas”.