En su quinta Semana Santa como Papa, Francisco ha presidido todas las celebraciones en el Vaticano, desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección. En total, ha pronunciado siete homilías, alocuciones u oraciones, que resumimos a continuación en las 17 mejores frases.
Son los párrafos más destacados, que hablan del cansancio, del peligro de rendirse ante el dolor y de la esperanza que los cristianos han de encontrar en Cristo Resucitado. Destaca un nuevo llamamiento a los líderes internacionales para acabar con la guerra en Siria, en el mensaje ‘Urbi et Orbi’; o la dureza de la oración del Vía Crucis, centrada en las “vergüenzas” del mundo actual.
1. “Jesús no es un iluso que siembra falsas ilusiones, un profeta ‘new age’, un vendedor de humo. Todo lo contrario: es un Mesías bien definido, con la fisonomía concreta del siervo, el siervo de Dios y del hombre que va a la pasión; es el gran Paciente del dolor humano”.
2. “Para seguir fielmente a Jesús, pedimos la gracia de hacerlo no de palabra, sino con los hechos, y de llevar nuestra cruz con paciencia, de no rechazarla ni deshacerse de ella, sino que, mirándolo a él, aceptémosla y llevémosla día a día”.
3. “Jesús no nos pide que lo contemplemos solo en los cuadros o en las fotografías, o incluso en los vídeos que circulan por la red. No. Él está presente en muchos de nuestros hermanos y hermanas que hoy, hoy sufren como él, sufren a causa de un trabajo esclavo, sufren por los dramas familiares, por las enfermedades (…). Jesús está en ellos, en cada uno de ellos, y con ese rostro desfigurado, con esa voz rota pide que se le mire, que se le reconozca, que se le ame”.
4. “Que nadie intente separar estas tres gracias del Evangelio: su Verdad —no negociable—, su Misericordia —incondicional con todos los pecadores— y su Alegría —íntima e inclusiva—. Verdad, misericordia y alegría: las tres juntas”.
5. “Para sembrar amor entre nosotros, no digo que nos estemos lavando los pies unos a otros, sería una broma. Pero el símbolo, la figura, sí: os digo que si podéis prestaros ayuda, hacer un servicio aquí, en la cárcel, al compañero o a la compañera, hacedlo. Porque esto es amor, esto es como lavar los pies. Es ser siervo de los otros”.
6. “… Vergüenza por la sangre inocente que diariamente se vierte de mujeres, niños, inmigrantes y personas perseguidas por el color de su piel o por su etnia y por su fe en Ti…”.
7. “… Vergüenza por todas las veces que nosotros obispos, sacerdotes, consagrados y consagradas hemos escandalizado y herido a tu cuerpo, la Iglesia, y hemos olvidado nuestro primer amor, nuestro primer entusiasmo y nuestra total disponibilidad, dejando oxidar nuestro corazón y nuestra consagración…”.
8. “… Esperamos que tu Cruz transforme nuestros corazones endurecidos en corazón de carne capaz de soñar, de perdonar y de amar; transforma esta noche tenebrosa de tu cruz en alba fulgurante de tu Resurrección”.
9. “Nuestro corazón sabe que las cosas pueden ser diferentes pero, casi sin darnos cuenta, podemos acostumbrarnos a convivir con el sepulcro, a convivir con la frustración. Más aún, podemos llegar a convencernos de que esa es la ley de la vida, anestesiándonos con desahogos que lo único que logran es apagar la esperanza que Dios puso en nuestras manos. Así son, tantas veces, nuestros pasos, así es nuestro andar, como el de estas mujeres, un andar entre el anhelo de Dios y una triste resignación. No solo muere el Maestro, con él muere nuestra esperanza”.
10. “El latir del Resucitado se nos ofrece como don, como regalo, como horizonte. El latir del Resucitado es lo que se nos ha regalado, y se nos quiere seguir regalando como fuerza transformadora, como fermento de nueva humanidad”.
11. “Así como ingresamos con las mujeres al sepulcro, los invito a que vayamos con ellas, que volvamos a la ciudad, que volvamos sobre nuestros pasos, sobre nuestras miradas. Vayamos con ellas a anunciar la noticia, vayamos… a todos esos lugares donde parece que el sepulcro ha tenido la última palabra, y donde parece que la muerte ha sido la única solución. Vayamos a anunciar, a compartir, a descubrir que es cierto: el Señor está Vivo. Vivo y queriendo resucitar en tantos rostros que han sepultado la esperanza, que han sepultado los sueños, que han sepultado la dignidad. Y si no somos capaces de dejar que el Espíritu nos conduzca por este camino, entonces no somos cristianos”.
12. “Pero, si el Señor ha resucitado, ¿cómo pueden suceder estas cosas? ¿Cómo suceden tanta desgracias, enfermedades, tráfico de personas, trata de personas, guerras, destrucciones, mutilaciones, venganzas, odio? ¿Dónde está el Señor?”.
13. “En esta cultura del descarte donde aquello que no sirve se desecha, aquella piedra –Jesús– es descartada y es fuente de vida. Y también nosotros, guijarros en el suelo, en esta tierra de dolor, de tragedia, con la fe en el Cristo Resucitado tenemos un sentido, en medio de tanta calamidad. El sentido de mirar a otro, el sentido de decir: ‘Mira que no es un muro, es un horizonte, es la vida, es la alegría, es la cruz con esta ambivalencia. Mira hacia delante, no te cierres”.
14. “En toda época de la historia, el Pastor Resucitado no se cansa de buscarnos a nosotros, sus hermanos perdidos en los desiertos del mundo. Y con los signos de la Pasión -las heridas de su amor misericordioso- nos atrae hacia su camino, el camino de la vida. También hoy él toma sobre sus hombros a tantos hermanos nuestros oprimidos por tantas clases de mal”.
15. “El Pastor Resucitado va a buscar a quien está perdido en los laberintos de la soledad y de la marginación; va a su encuentro mediante hermanos y hermanas que saben acercarse a esas personas con respeto y ternura y les hacer sentir su voz, una voz que no se olvida, que los convoca de nuevo a la amistad con Dios”.
16. “Que en estos tiempos el Señor sostenga en modo particular los esfuerzos de cuantos trabajan activamente para llevar alivio y consuelo a la población civil de Siria, la amada y martirizada Siria, víctima de una guerra que no cesa de sembrar horror y muerte”.
17. “… El anuncio más hermoso: ‘Era verdad, ha resucitado el Señor’. Él, que ha vencido las tinieblas del pecado y de la muerte, dé paz a nuestros días. Feliz Pascua”.