Categorías: Reportajes

Los 90 años de Benedicto XVI en diez escenas





Federico Lombardi analiza para Vida Nueva 10 momentos que marcaron el pontificado de Ratzinger

DARÍO MENOR | El 16 de abril, Benedicto XVI cumple 90 años. Con ese motivo, Federico Lombardi, director de la Sala de Prensa de la Santa Sede entre 2006 y 2016 y, desde entonces, presidente de la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger-Benedicto XVI, analiza para ‘Vida Nueva’ su legado como teólogo, cardenal, Obispo de Roma y Papa emérito, a través de 10 momentos que han marcado su vida y la de la Iglesia.

1. Un alemán al mando de Doctrina de la fe

2. El cónclave de su elección

3. Rezar en Auschwitz

4. Ratisbona y el diálogo interreligioso

5. Tolerancia cero con la pedofilia

(…) El asunto de los abusos sexuales a menores por parte de miembros del clero o en instituciones dependientes de la Iglesia ha sido ciertamente uno de los aspectos más dolorosos del pontificado de Benedicto XVI. Hay que observar no obstante que no le pilló desprevenido, porque ya como prefecto de la CDF se ocupó de estos hechos horribles, que habían comenzado a salir a la luz, y tuvo un papel importante para definir las medidas a adoptar desde el punto de vista de la disciplina de la Iglesia. En Estados Unidos, la crisis explotó de forma clamorosa en los primeros años del 2000.

La famosa y durísima expresión sobre la “suciedad en la Iglesia”, escrita por Ratzinger en el texto del último Vía Crucis en el Coliseo del pontificado de Juan Pablo II, se refería ciertamente también a estos crímenes, que causaron en él horror, sorpresa y profundísimo dolor. Pero en su pontificado la crisis se amplió a otros países, como Irlanda y Alemania, y se retomó con fuerza en EE.UU. Estalló además la cuestión del fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel.

El Papa lo afrontó con una mirada profunda y amplia y con determinación, no solo bajo el aspecto disciplinar, sino de la necesidad de un verdadero proceso de purificación y de renovación pastoral en la Iglesia, con la escucha a las víctimas y el compromiso de curar sus heridas, las indicaciones para un serio compromiso de prevención en la elección y formación del clero, de los religiosos y de los operadores pastorales, y la difusión de una cultura de la protección de menores.

Su compromiso fue también personal, con repetidos encuentros con víctimas de abusos durante sus diversos viajes y con el reconocimiento sincero de las responsabilidades de personas e instituciones eclesiales. En definitiva, considero que el modo en el que Benedicto XVI vivió y condujo este dolorosísimo asunto es uno de los grandes méritos de su pontificado, además de un luminoso testimonio de su humildad y de su caridad pastoral: verdaderamente cargó sobre él el peso de la presencia del mal y del pecado en la comunidad eclesial.

Él nos enseñó a movernos con determinación, paciencia y constancia en este dédalo de problemas, que no se resuelven nunca para siempre.

6. La traición del ‘Vatileaks’ y la renuncia

(…) Benedicto XVI dijo claramente que su renuncia no hay que leerla absolutamente como una consecuencia de estos acontecimientos, sino a la luz de las valoraciones frente a Dios acerca de si sus fuerzas eran todavía adecuadas o no para llevar el peso de los compromisos que exige la responsabilidad del gobierno de la Iglesia universal.

Si uno toma conciencia de lo que suponen los compromisos de los viajes, e incluso las grandes celebraciones públicas presididas por el Papa, las asambleas sinodales y otras reuniones prolongadas, la serie continua de audiencias importantes con personalidades eclesiásticas o políticas, la necesidad de tomar decisiones comprometidas una después de otra o de realizar consultas sobre ellas… y se piensa que el Papa había pasado ya los 85 años, no hacía falta del Vatileaks o de misteriosos complots para entender que con plena libertad tomó una decisión de alta responsabilidad para el bien de la Iglesia.

Basta hacer la pequeñísima observación de que desde hacía tiempo utilizaba la plataforma móvil para recorrer la nave de San Pedro, como hizo Juan Pablo II en los últimos años. ¿Cómo habría podido presidir los actos de la Semana Santa que se celebraba poco después de un mes tras su renuncia? ¿Cómo habría gobernado la Iglesia en un tiempo comprometido con fuerzas en evidente y obvio declive? La respuesta, para una persona lúcida y humilde como Benedicto XVI, era casi obvia. A mí me parece evidente y continúo pensando que todos sus sucesores le agradecerán que haya “abierto” esta posibilidad.

Por lo que a mí respecta, ciertamente el tiempo de la gran fuga de documentos fue difícil y desagradable. He intentado siempre desarrollar mi servicio a favor de una información y una valoración objetiva de la situación, con buena conciencia pero sin angustia. Debo decir que el asunto de los abusos sexuales, en el que me sentí muy implicado y en sintonía con el Papa al intentar interpretar y hacer comprender su línea y su posición, ha sido y continúa siendo para mí el tema más doloroso de los que me he ocupado.

7. Tres encíclicas en ocho años

8. Una renuncia para la historia

9. Dos papas en la Ciudad Eterna

10. Un legado vivo

Publicado en el número 3.031 de Vida Nueva. Ver sumario

 


CÓMO CONSEGUIR ESTE REPORTAJE ‘A FONDO’ COMPLETO:

* Si eres suscriptor de la revista: léelo ahora

* Si quieres comprar el número suelto en la app de la Revista Vida Nueva. En el nº 3.031: para iPad o para Android

* Suscríbete a Vida Nueva

 


LEA TAMBIÉN:

Compartir










El Podcast de Vida Nueva