Son periódicos los intentos desde la clase política por suscitar el debate sobre la eutanasia en España. Ya en 1998-2000 se creó una comisión en el Senado para analizar la cuestión, y tras la intervención de expertos, de ella no salió ningún informe que avalase su legislación. A finales de marzo pasado, lo intentó Unidos Podemos, cuya proposición de ley para legalizar esa práctica fue rechazada por mayoría en el Congreso de los Diputados. Y el debate ha vuelto a encenderse tras la difusión, a principios de abril, del vídeo de un enfermo de esclerosis lateral amiotrófica (ELA) que grabó su propio suicidio con fármacos comprados a través de Internet como forma para reclamar la eutanasia en nuestro país.
“Este caso no supone ninguna alegría y no se debe usar el sufrimiento, la obnubilación y el suicido de uno para reivindicar la implantación de la eutanasia, que supone la obligación de la sociedad de participar en el acortamiento de la vida de un ser humano, con lo que ello supondría para tantos pobres enfermos indefensos”, señalan a Vida Nueva desde la Subcomisión episcopal de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal Española (CEE).
Desde este departamento se reclama “un debate serio en el que se contemple la dignidad de la persona, el respeto a toda vida humana y que se vele por la búsqueda del bien común y no por los intereses subjetivos e ideológicos de algunos”. En ese debate habría que contemplar, según añaden desde la CEE, “la preocupación y la ejecución de unos buenos cuidados paliativos al alcance de todos”.
Bandera ideológica
José Ramón Amor Pan, especialista en Bioética, considera que “no hay ninguna presión o necesidad social para legislar sobre la eutanasia”. Se trata de “una cuestión ideológica de la que algunos han hecho bandera y buscan la conversión de la sociedad por agotamiento, porque no aceptan el resultado de la deliberación cuando no les da la razón”.
Asimismo, advierte –al igual que hacen desde la CEE– de la equiparación que hacen algunos partidos entre muerte digna y eutanasia para “confundir y manipular”. “La muerte digna llega sin dolor, con la sintomatología controlada gracias a unos buenos cuidados que incluyen soporte emocional y asistencia espiritual. Así, la muerte llega, no la provocamos, que es lo que hace la eutanasia: buscar un atajo, forzar el reloj”.