Hoy viernes 21 de abril, la religiosa del Sagrado Corazón de Jesús ha abierto la segunda jornada de la 46ª Semana Nacional del ITVR para los Institutos de Vida Consagrada
Una voz suave y enérgica que se hizo con el auditorio desde el primer momento. La religiosa del sagrado corazón de Jesús, Mariola López, ha deleitado a los centenares de religiosos que abarrotaban hoy viernes 21 de abril el Aula Ángel Herrera de la Fundación Pablo VI en el comienzo de la segunda jornada de la 46ª Semana para los Institutos de Vida Consagrada. “Veamos la belleza en los refugiados, como ha hecho el Papa”, ha afirmado. “Seamos religiosos de barro y saliva, porque en lo vulnerable está la verdadera belleza y no en lo perfecto”, ha añadido.
“¡Qué bello es ver el abrazo del Papa a una persona con el rostro desfigurado; ver la mano de una religiosa cuando se posa sobre un cuerpo lastimado!”, ha manifestado. En una oda a la mujer, recalcó que “están siempre en los lugares más olvidados de la Tierra, redescubriendo la belleza en los pobres, donde siempre se esconde”.
Bajo el título de ‘El lugar donde Dios Brilla. Belleza y alegría en la escritura’, la también profesora de la Facultad de Teología de Granada, que acaba de publicar ‘Regalarnos una tarde’ (PPC) hizo un repaso por lo bello que se encuentra en el rostro del otro, en la naturaleza, en lo humano.
En la mesa la ha acompañado el obispo de Tarazona, Eusebio Hernández, quien ha sido el primero en dirigirse al auditorio: “Habéis sabido descubrir la belleza donde la sociedad no descubre más que desecho, gente que no sirve para nada”. “Seguid haciendo descubrir a las personas el hermoso y bello rostro de Jesús”, ha recalcado.
A continuación, la también profesora de Granada Janire Angulo, presentó a la ponente, a la que calificó como una persona que siempre busca nuevos caminos pero “sin abandonar la realidad de la Tierra”.
Mariola López comenzó hablando de su madre. “No quiero mirarme al espejo, me veo fea”, le dice a sus 88 años. “¡No me lo puedo creer, con lo hermosa que yo la veo!”, explica. Y es que las arrugas no se pueden esconder, pero ahí también hay belleza, porque “la belleza verdadera es la que proviene del corazón”.
Y utilizando a su madre como ejemplo envía un claro mensaje a los religiosos mayores: “Sentís que no os piden nada porque sois mayores, pero lo importante no es lo que hacéis, sino lo que irradiáis”.
Mariola López también ha señalado que a la Vida Religiosa le urge recuperar el interés por todo, no ser meros espectadores. “En un mundo lleno de pantallas, muchas veces nos convertimos en espectadores, pero el Señor nos quiere cómplices y no espectadores”, ha indicado. Y añade: “Podemos vivir juntos y mirarnos sin vernos, esto es muy triste”.
En la primera parte de su alocución ha comentado que “la Biblia es una gramática del esplendor y la hermosura, que no habla de lugares sino de personas, no habla de espacios sino de rostros”. Y ha recalcado que la única forma de acceder a la belleza divina es “habiéndonos iniciado antes en el amor”.
En alusión a las periferias existenciales que ha puesto de manifiesto Francisco, la religiosa deja claro que todavía “hay mucha belleza por acoger”. “Si no comenzamos por reconocer el trabajo del espíritu en el terreno, ¿quién lo hará?”, se ha preguntado.
Por último, la religiosa invitó a los consagrados a pararse a observar, “algo complicado que contrasta con la rapidez de la vida”, pero “solo los momentos de reposo nos suavizan, por lo que es indispensable que recuperemos estos espacios”. Y culmina su alocución invitando al auditorio a cerrar los ojos. Le conceden el deseo. Suena la cantata de Johann Sebastian Bach. Los religiosos aplauden su intervención. Fin de la cita.