Tres crucificados de hoy han resucitado gracias a que en su caminar apareció un rostro de mujer. Esta semana en Vida Nueva, reportaje ‘A fondo’ para contar sus historias
“En la madrugada del sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro” (Mt 28,1). Con el Evangelio en la mano comenzó Francisco su homilía en la Vigilia Pascual. Una oda a la mujer. “A diferencia de los discípulos, ellas están ahí (como también acompañaron el último respiro de su Maestro en la cruz y luego a José de Arimatea a darle sepultura); dos mujeres capaces de no evadirse, capaces de aguantar, de asumir la vida como se presenta y de resistir el sabor amargo de las injusticias. Y allí están, frente al sepulcro, entre el dolor y la incapacidad de resignarse, de aceptar que todo siempre tenga que terminar igual”, explicaba Francisco.
Hoy también se resucita. Lo hacen personas “desahuciadas”, condenadas a una vida de sinsabores, pero que se encuentran en el camino con mujeres incapaces de resignarse.
María Teresa Gutiérrez, religiosa escolapia, bien podría ser la tercera María. Da cuenta de ello Hayford Abrokwa (22 años) –“mi negrito”, como ella lo llama cariñosamente–. No habían pasado dos horas desde que naciera y la religiosa ya lo tenía en sus brazos. “Siempre le digo que lo conozco desde antes de que fuera negro, porque lo vi rosadito”, dice entre risas. Por eso, él la considera su abuela española. “Nací sin abuela y en dos horas encontré una”, bromea Hayford.
“No concibo mi vida sin ella. Es una figura de referencia. Ha estado en todos los momentos importantes de mi vida”, señala el joven. Y también le ha dado aire a su madre. El día que nació Hayford, Nana se encontraba sola, mientras observaba el jolgorio y gentío en las habitaciones colindantes. “Si no llegáis a venir vosotras –refiriéndose a María Teresa y otra religiosa escolapia–, hubiera estado aquí solita”, recuerda Nana que dijo en ese momento. (…)
La de Hayford es una historia de superación. Un relato que no se entiende sin María Teresa ni muchos de los laicos y religiosos que le han ayudado en este tiempo. Hoy estudia el último curso del Grado en Neuropsicología en la Universidad Complutense de Madrid. Dos horas de ida y otras dos de vuelta para ir desde su casa a la facultad. Y todavía le sobra tiempo para ayudar a los demás.
De Nana, la escolapia destaca su espíritu luchador: “Es muy inteligente, una mujer con una fe muy profunda y con ganas de aprender”. Nana dio a luz una semana después de llegar a Cáritas. Por eso, le sorprende el cariño que desde un primer momento le ofreció la religiosa. “Con ella he tenido todas las facilidades del mundo. Me enseñó a educar a mi hijo como se hace en España”, explica. Si algo tiene claro Nana es que nunca se hubiera imaginado que su hijo hubiera crecido y llegado a la universidad, pero “Dios es muy grande, y si ponemos todo en sus manos hace posible lo que para nosotros es imposible”. (…)
¿Y cree que la vida de Hayford hubiera tomado otro camino si no se cruzan en su camino María Teresa y tantas otras personas que le han ayudado? “Sí”, responde contundente la madre. “Siempre he confiado mucho en Dios, pero es complicado estar sola en un país que no conoces y con un niño pequeño”, indica. Pero ahora las tornas han cambiado. (…)