Luis Ormières, beatificado en Oviedo por ser “un auténtico discípulo del Señor resucitado”

  • El cardenal Angelo Amato fue el encargado de presidir la ceremonia
  • Más de 2.500 personas participaron en la celebración

El padre Luis Ormières, beatificado en la catedral de Oviedo el 22 de abril de 2017. Es el

Más de 2.500 personas abarrotaron la catedral de Oviedo para celebrar hoy, 22 de abril, la beatificación del padre Luis Ormières, fundador de las hermanas del Ángel de la Guarda. El cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, presidió la ceremonia y destacó que el beato fue “un educador nato, hombre de acción y servicio” y “un auténtico discípulo del Señor resucitado”.

El P. Luis Ormières “se distinguió por su apostolado con los más pequeños y necesitados de formación cristiana y de instrucción humana”, ya que a su muerte había fundado 87 escuelas en España y Francia.

Fieles de las diferentes obras apostólicas de la congregación de hasta 11 nacionalidades se dieron cita en Oviedo para rendir homenaje a su fundador. En el oficio de la ceremonia, acompañaron al cardenal el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz; el obispo de León, Julián López Martín; el obispo de Santander, Manuel Sánchez Monge; y el obispo de Astorga, Juan Antonio Menéndez. Además también ha participado el obispo de Montauban, Bernard Ginoux, y otros prelados españoles.

“Humilde, pobre y trabajador”

“Era humilde, pobre y trabajador, siempre entregado a la voluntad de Dios. Este fue el secreto de su santidad, esta es la palabra que confía a sus religiosas, a los sacerdotes a los educadores y a todos nosotros para que todos puedan llegar a ser discípulos de Cristo y benefactores de la humanidad”, ha destacado Amato.

El sacerdote es elevado a los altares por una curación inexplicable. Y es que la hermana Celina Sánchez del Río, natural de Gijón y profesora del colegio de la congregación, se curó de un cáncer por el que la habían desahuciado, según ha explicado el arzobispado. Y ella misma ha sido la encargada de depositar las reliquias en el altar.

“En él la misericordia de Dios se hacía ternura con los pequeños, los débiles, los pobres, los inocentes”, ha dicho Amato. “Su regla de vida eran los Evangelios, su fe se alimentaba de la palabra de Dios, de la Eucaristía, de la filial devoción a María”, ha añadido.

Un mártir de la caridad

El cardenal Amato también destacó la forma en la que Ormières vivió la caridad, puesto que pidió ir a ayudar a una parroquia que había sido afectada por una epidemia. “Era tan generoso en asistir a los enfermos que el obispo le llamó ‘verdadero mártir de la caridad’, ha recalcado.

Esta generosa respuesta fue la que animó a las religiosas a ser “verdaderos ángeles custodios del prójimo, necesitados de guía y de consuelo, con una actitud de sencillez humilde y confiada en el Señor, de generosidad en el servicio, de disponibilidad al anuncio del Reino de Dios mediante el testimonio coherente del Evangelio”, ha explicado Amato.

“Para él, la pobreza era vida de trabajo, y él daba ejemplo era un trabajador incansable. Sentía la necesidad irresistible de trabajar por los pobres y socorría con generosidad y les hablaba de la bondad de Dios”, ha expresado.

Por último, el cardenal ha animado a las hermanas del Ángel de la Guarda a que la beatificación del padre Ormières les infunda “confianza y entusiasmo en vuestra vocación, para continuar con renovado impulso creativo su precioso apostolado en la Iglesia y también en el mundo, sobre todo en aquellas tierras en las que el rostro misericordioso de Cristo es todavía desconocido”.

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