Cultura

Antonio López: “El arte está como los políticos, no sabemos qué está pasando”

El Premio Príncipe de Asturias comparte su mirada de la pintura “como verdad” en EncuentroMadrid, el foro que Comunión y Liberación celebra en Madrid





Cabizbajo. Sin darse importancia. Así llegaba Antonio López al Pabellón de Cristal de la Casa de Campo de Madrid. Con esa “modestia machadiana y humildad creadora” que ensalzaba de él Miguel Delibes. El pintor ha sido uno de los principales ponentes de EncuentroMadrid, organizado por Comunión y Liberación durante este fin de semana bajo el lema “Heridos por la belleza”.

“La belleza para que sea tal debe coincidir con la verdad. El arte solo tiene sentido como expresión de la verdad”, sentenció en el comienzo del coloquio con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes 1985. López explicó que la pintura tiene dos puntos de apoyo de inspiración: la realidad objetiva y los sueños. “La realidad la representa como pocos Velázquez y El Bosco podría ser ejemplo de la inspiración de los sueños”.

Sin embargo, el artista reconoce que “desde que apareció la fotografía y recogió el mundo objetivo, la pintura ha de buscar tener valor por sí misma. Lo que ha hecho cambiar todo son los nuevos lenguajes de la pintura del siglo XX, a pesar de la incomprensión que ha generado en la sociedad”. En esta misma línea, comentó que “al pintor como al escritor le gustaría tener una fórmula como punto de partida, pero desde los impresionistas esto se ha venido abajo. Pasará dentro de poco con los partidos políticos y quedaremos todos a merced de los instintos”. Desde ahí, Antonio López expresó que “el arte está como la vida y como los políticos: no sabemos lo que está pasando”.

Tan útil pintar como barrer

En este análisis de la realidad, el artista manchego lamentó que “el peso de la gente ignorante, mediocre y con malas intenciones es tan grande que nos van a poner las cosas muy difícil al mundo”, a la vez que reclamó una mayor justicia social. “Tú puedes ser útil a los demás pintando o barriendo la calle. La contemplación de lo que hacen los demás, llena mi vida”.

“Tengo admiración por la abstracción, pero no me ha tentado nunca”, defendió el artista de 81 años sobre su técnica personal: “Yo tengo necesidad de basarme en hechos que contemplo y que están cerca de mí, la pintura figurativa”. Sobre su forma de trabajar, apunta que “todo tu ser se refleja en tu trabajo, en tus andares, en tu letra… Yo he ido de la luz a la sombra y de la sombra a la luz en mis obras, como en la vida. No he sido sombrío en la juventud como Velázquez a la luz de su madurez. Soy más intermitente, como Goya”.



Reconoce que tiene “menos potencia física que de joven”. Y si antes sus pinceles manchaban al ritmo de un transistor, ahora necesita el silencio: “Antes escuchaba a Bach mientras trabajaba. Ahora dejo de pintar y me pongo a escuchar música, para disfrutar de ese placer, lo mismo la canción de Hilda que la canción de Pulp Fiction”. Sobre la compatibilidad entre la vida familiar con la pasión por el arte, aseguró que “el hecho de que mi mujer y yo seamos pintores nos ha ayudado mucho, sobre todo a comprender las rarezas propias de nuestros artistas. La obra de Mari, mi esposa, tiene una enorme belleza en su contenido”.

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