“He estado a punto de comparecer ante otro juez, el de la tierra y el cielo, que es Jesucristo. Con la misma sinceridad y transparencia comparezco hoy ante usted”. Con la sencillez que ha caracterizado su ministerio episcopal Antonio Ceballos se presentaba ayer ante la juez María Nuñez Bolaños, que investiga el caso de los ERE en Andalucía.
De esta manera, el obispo emérito de Cádiz y Ceuta manifestaba a la magistrada el frágil estado de salud de estas últimas semanas, pero respondía con naturalidad a todas sus preguntas. Diez minutos duró la comparecencia del prelado, investigado por la supuesta irregularidad de una ayuda que le concedió la Junta de Extremadura para el Centro Geriátrico del Obispado de Cádiz.
Ceballos aclaró que simplemente escribió una carta al entonces consejero de Empleo, Antonio Fernández para solicitarle una ayuda “en defensa de los puestos de trabajo en peligro” de esta empresa diocesana: “La ayuda se me concedió y le di las gracias de que se me concediera porque esos puestos de trabajo están hoy ejerciéndose”. Con esa misma tranquilidad explicó lo sucedido a los periodistas: “Lo mismo si se hubiera tratado de ustedes hubiera hecho lo mismo”. Solo actuó “de buena voluntad”, esa que le reconocen todos los diocesanos, esa que le reconocen sus sacerdotes, esa que le reconocen los pobres a los que dignifica todavía hoy.
La tensión crece en Venezuela. Y la Iglesia continúa en el punto de mira y de presión del presidente Maduro. Tanto es así que ayer el cardenal arzobispo de Caracas no dudó en pedirle al mandatario que deje la Asamblea Constituyente a un lado para aplicar la Constitución, porque “el Plan de la patria es un plan socialista y totalitario que nos ha llevado a la ruina”. Lo puede decir más alto, pero no más claro. Y con la tranquilidad de sentirse respaldado. Él, la Iglesia y el pueblo venezolano.
Así se lo ha hecho saber la Santa Sede hace una horas en una llamada en la que se ha mostrado al purpurado “la solidaridad contra los ataques hacia la Iglesia y la grave crisis que sufre el pueblo venezolano”. Así lo refleja la cuenta de Twitter del Episcopado Venezolano. Un aliento romano que sabe a sello pontificio de calidad.
En el reciente Congreso de Marketing Religioso organizado en Madrid por los dominicos, se insistió una y otra vez en la necesidad de escuchar las necesidades del otro para poder conocerlas. Hay que dejar de presuponer que conocemos lo que el otro requiere. Más bien, señalaban, hemos de potenciar las excusas comunicativas, esto es, aquello que puede resultar atractivo y común para nuestro interlocutor en primera instancia para, después, ofrecerle algo que pueda despertar en él interés.
Justo un par de días después, el director del Departamento de Juventud de la Conferencia Episcopal, Raúl Tinajero, presenta con algo de timidez, en tanto que borrador, el proyecto “Iglesia en diálogo”. Busca crear espacios de debate con jóvenes no creyentes. Sin tabúes. Sin ideas preconcebidas. Y esperan hacerlo fuera de lugares físicos eclesiales. En territorio neutral. O mejor. En periferia. En aquellos sitios y desde aquellas experiencias donde se mueven los jóvenes. En salida. Ya habrá tiempo de invitarles a pasar…