Los obispos de Venezuela, Panamá y Colombia se manifiestan en atención a la crisis
Los episcopados de Panamá, Colombia y Venezuela han coincidido: Venezuela vive bajo una dictadura que desconoce y viola los derechos humanos, sobre todo los de los más pobres.
Los obispos colombianos, representados por el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Luis Augusto Castro, urgieron “la búsqueda de soluciones y de salidas justas, políticamente válidas”. “Es imposible la paz, agregaron, sin la salvaguarda de las personas, sin el respeto a la dignidad de las personas”.
Los obispos panameños fueron más explícitos al calificar el proyecto político venezolano como empobrecedor y rentista. “Un proyecto totalitario que ha llevado al país a una situación crítica”. Fueron más allá: “el acrecentamiento del poder militar amenaza la tranquilidad y la paz”. Al afirmarlo evocaron la ominosa imagen de las nuevas milicias populares convocadas por el presidente Maduro en vísperas de la gran manifestación convocada por la oposición.
A los dos episcopados se sumó el de la propia Venezuela que, al exigir respeto a la dignidad de las personas y el respeto a la libre expresión de la población, dejó claro que un Estado que desconoce esos derechos deja de ser un estado democrático. “La protesta no es un delito, es un derecho”, añadieron.
El cardenal Jorge Urosa reveló la desconocida reacción de Roma ante los frustrados diálogos que la diplomacia vaticana había promovido. Fue un motivo de insatisfacción, dijo, y dejó entender que mal podía Roma mirar con buenos ojos “los formalismos y reglamentos acomodaticios del gobierno venezolano que no es una democracia” “Es una dictadura”, sentenció.
A su vez el cardenal Baltazar Porras, después de elogiar las “Ollas solidarias” que hierven en beneficio de los pobres en toda América Latina, se asombró ante el doloroso espectáculo del hambre colectiva en Venezuela: “es incomprensible que esto suceda en un país de posibilidades”, dijo.
Lamentó, en consecuencia, “el exceso de fe del Vaticano cuando promovió los diálogos gobierno-oposición”.
¿Vuelve, acaso, el viejo error de la Iglesia de intervenir en política? Con un grupo de sacerdotes, el padre Alfredo Hernández se respondió para sí y para la opinión pública venezolana: “La Iglesia se mete en política cuando se rompe la dignidad de las personas”.