Acompañado por un cerrado aplauso y la asamblea puesta en pie, entró, pasadas las 11 h. de la mañana de hoy jueves 27 de abril, el papa Francisco en el aula nueva del Sínodo, donde ha recibido el saludo de los participantes en el II Congreso Internacional de Acción Católica. Los aplausos serían una constante en las casi dos horas de duración que ha el Pontífice ha compartido con los participantes en este encuentro, que ha comenzado hoy en Roma con el tema ‘Acción Católica es misión con todos y para todos’.
En una larga intervención en español, el Papa ha compartido “algunas inquietudes y consideraciones” sobre el presente y el futuro del movimiento eclesial que tiene como objetivo “formar laicos”, formar “discípulos misioneros”, en palabras del Papa, haciendo referencia a Evangelii gaudium, que tiene que ser realmente la “carta magna” del quehacer de la asociación.
Renovar el compromiso de la evangelización requiere llegar a todos los sitios, a “todas las periferias”, ha recordado a los presentes.
Francisco ha partido de los cuatro pilares del movimiento –“la oración, la formación, el sacrificio y el apostolado”–, como “patas” sobre las que “renovar y actualizar el compromiso de la Acción Católica para la evangelización”. Algo que requiere, ha dicho claramente, “replantear sus planes de formación, sus formas de apostolado y hasta su misma oración para que sean esencialmente, y no ocasionalmente, misioneros. Abandonar el viejo criterio: porque siempre se ha hecho así; siempre hay que estar cambiando, porque el tiempo cambia”.
Esta misión, la Acción Católica la realiza “en generosa pertenencia a la Iglesia diocesana desde la parroquia”, ha insistido el Papa, y compete a todos sus miembros, “sin excepción” frente a la “tentación perfeccionista de la eterna preparación para la misión y de los eternos análisis”.
Francisco ha pedido expresamente que se agilicen “los modos de incorporación” –“no pueden ser más restrictivos que la misma Iglesia ni más papistas que el Papa”, ha recalcado–, para que “la Acción Católica esté presente en el mundo político, empresarial, profesional”, “en las cárceles, los hospitales, en la calle, las villas, las fábricas”, “en este pueblo, la parroquia, en la diócesis, en el país, barrio, en la familia, en el estudio y el trabajo, en lo rural, en los ámbitos propios de la vida”…
Esta apertura debe ser vista como una la decisión de quienes se unen para “trabajar por la construcción del reino” y no como una manera para “burocratizar”, “sacramentalizar” o “hacer proselitismo”… porque “todos tienen derecho a ser evangelizadores”.
Esta opción por estar “en medio del pueblo, de la gente”, implica “popularizar más la Acción Católica”, aunque “sin demagogias”, sino pensando en el “pueblo de Dios” y no en los “populismos”. Este vivir entre la gente, “recibir un baño de pueblo –en palabras del Papa– es fundamental para no caer en la esterilidad de dar respuestas a preguntas que nadie se hace. Los modos de evangelizar se pueden pensar desde un escritorio pero después de haber andado en medio del pueblo y no al revés”.
Entre las consecuencias, ha advertido el Papa que “una Acción Católica más popular, más encarnada, les va a traer problemas”, ya que la acogida de todo tipo de personas es un “desafío a la maternidad eclesial de la Acción Católica”.
Francisco ha terminado su intervención proponiendo “una Acción Católica en salida”. “La salida significa apertura, generosidad, encuentro con la realidad más allá de las cuatro paredes de la institución y de las parroquias”, ha señalado el papa, a la vez que ha propuesto cuatro neologismos en esta línea: “Primerear, involucrarse, acompañar, fructificar y festejar”.
Esto pasa, ha advertido reiteradamente el Pontífice, por no “clericalizar al laicado”. Francisco desea “que la aspiración de sus miembros no sea formar parte del sanedrín de las parroquias que rodean al cura, sino la pasión por el reino”; porque la asociación es una “escuela de santidad que pasa necesariamente por descubrir la propia vocación, que no es ser un dirigente o capillero diplomado sino un evangelizador”.
Bergoglio ha terminado su intervención recuperando una pregunta de un documento de 1937: “¿Acaso la Acción Católica no debe convertirse en Pasión Católica?”. “La pasión católica, la pasión de la Iglesia es vivir la dulce y confortadora alegría de evangelizar. Esto es lo que necesitamos de la Acción Católica”, ha concluido.