Foto: Jesús Durán
Sigue la agudización de la violencia en Chocó. Tras la concentración de las FARC en zonas veredales, se ha intensificado la disputa entre el ELN y las Autodefensas Gaitanistas. La guerra por el control de territorios estratégicos para la acción ilegal re-victimiza a la población civil, sin que la Fuerza Pública logre garantizar la protección de la gente.
Comunidades como las del Truandó, que en el pasado se vieron obligadas a desplazarse de manera forzada más de una vez, nuevamente están siendo desterradas. Son más de 300 personas, llegan a poblaciones como Riosucio, donde las autoridades locales no cuentan con los medios suficientes para dar remedio a la crisis humanitaria. Vida Nueva habló con el párroco del municipio chocoano para conocer de primera mano cómo desafía esta situación a la acción pastoral de la Iglesia, qué están viviendo las comunidades desplazadas y cuáles son las principales exigencias que elevan a los organismos estatales responsables de una solución de raíz.
La apuesta por la paz
Sigifredo López está convencido de que la Iglesia no puede estar ajena a una necesaria apuesta por la paz. Según este misionero claretiano, esta opción en Chocó es una apuesta por la vida, la verdad y la justicia.
Sin embargo, fenómenos que muchos creían superados se reactivan. Es el caso de la siembra de minas antipersonales por parte de grupos armados, que echan al traste los planes a corto plazo para reactivar el campo.
Las organizaciones sociales de la región han conformado un comité, del cual hace parte la Iglesia. En nombre de la población civil piden atención y solución a la crisis humanitaria, que intentan conjurar solidariamente. También exigen incluir a la región como territorio prioritario para avanzar en el desminado; preparar el retorno de las comunidades a sus zonas y garantizarles no sólo seguridad, sino, ante todo, condiciones de vida digna.
El mismo comité ha expuesto al Gobierno su preocupación por el incumplimiento de sus responsabilidades en el marco del proceso de tránsito de los miembros de las FARC a la vida civil. En jurisdicción de Riosucio y Carmen del Darién fueron ubicadas dos zonas veredales. Las zonas albergan niños y mujeres embarazadas, expuestos a la inclemencia del entorno. Los excombatientes han debido resolver sus necesidades, sin una respuesta oportuna del Estado.
En medio de la incertidumbre la Iglesia local tiene claras sus convicciones: una evangelización liberadora que, lejos de reproducir la resignación, incida en la dignidad de todos. Por eso pone de su parte en la atención a todo tipo de necesidades. Entre las más apremiantes por estos días: la necesidad de que quienes están dando el paso a la vida civil recobren su identidad, condición de posibilidad para el acceso a una vida distinta. Es lo que la Iglesia local quiere para todos en Chocó.