En el penúltimo día de actividades de la CIII Asamblea Plenaria, los Obispos mexicanos dieron a conocer su tradicional mensaje al Pueblo de Dios, que en esta ocasión estuvo enfocado a la emergencia humanitaria que vive el país frente a las deportaciones masivas de connacionales y el flujo de migrantes centroamericanos en los estados fronterizos que buscan a toda costa cruzar a los Estados Unidos.
Mons. Guillermo Ortiz Mondragón, obispo de Cuautitlán, Estado de México, y presidente de la Dimensión de Movilidad Humana del Episcopado, leyó el mensaje titulado: “El grito de los migrantes es nuestro grito”, en el que los obispos hacen patente su apoyo a tantos hermanos que, empujados por la pobreza y la violencia, abandonan su hogar para trabajar honradamente en otro país; a quienes están detenidos y padecen un proceso de deportación; a los niños y padres que han visto desgarrada su familia a causa de las expulsiones, así como a los repatriados que tienen que recomenzar sus vidas. “El grito de todos ellos –dijo– es el grito de todos nosotros como Iglesia, es nuestro grito”.
Ante esta situación, el Episcopado lanzó un llamado a dejar de lado el individualismo, “y ser hombres y mujeres honestos, justos y decididos a construir una sociedad dispuesta a quitar de raíz las causas de la exclusión, la inseguridad, la violencia”, como lo pidió el papa Francisco a los mexicanos en su visita al país en febrero del 2016.
No obstante –señala el texto– la situación cambiará para bien sólo “cuando juntos trabajemos por una vida digna para todos, cuando cada vida sea valorada y defendida, cuando respetemos los derechos de todos y asumamos nuestros deberes, cuando todos tengan una educación que forme personas y ciudadanos, cuando todos tengan oportunidad de un trabajo digno y un salario justo, de modo que nadie se vea obligado a buscar opciones en el crimen o a salir del país para vencer la miseria”.
También dijo que a México le urge que el Estado de Derecho sea una realidad, pero esto sólo será posible si las autoridades, empresarios, organizaciones civiles, sindicatos y ciudadanos trabajan con honestidad y transparencia.
La Conferencia del Episcopado Mexicano pidió también combatir la corrupción y la impunidad en cualquier ambiente. “Para ello debemos ser una sociedad participativa, congruente con los valores que nos dan identidad, sin divisiones que destruyen el futuro. Se requiere también de actores políticos que vayan más allá de sus intereses individuales, de grupo o de partido, y tengan un corazón grande, visión amplia y bolsillo pequeño”.
Tras reconocer el trabajo de muchos hombres y mujeres que, con su servicio hacen posible que la sociedad mexicana no se quede a oscuras, “lo cual se puede constatar en los más de 70 centros de atención humanitaria de la Iglesia para los migrantes, que son atendidos con la generosidad silenciosa de personas voluntarias”, los obispos del país reiteraron su compromiso a favor de los migrantes y de quienes son víctimas de la injusticia, la pobreza y la violencia, e invitaron a la sociedad a escuchar su grito para que juntos construyamos el México que todos queremos”.