No puede decirse que la ciudad de El Cairo haya vibrado con la presencia de Bergoglio. Ninguna de las ceremonias del Papa el viernes 28 de abril tenía carácter público, y la misa del sábado 29 se celebró a veinte kilómetros del centro de esta inmensa metrópolis. Por no decir que el despliegue de fuerzas de seguridad era tan imponente que intimidaba y aconsejó a mucha gente seguir los acontecimientos a través de la televisión.
Lo cual no quiere decir que esta visita no haya interesado a los egipcios. Lo testimonian las primeras páginas de los periódicos de hoy; el más veterano y oficialista, Al Ahram, titula “Mensajes de paz y de amor desde Egipto”, y como subtítulo esta frase del presidente mariscal Al-Sisi: “Egipto continuará siendo un modelo del islam moderado.
Por su parte, Al Hayat prefería este título: “Encuentros de solidaridad islamo-cristiana en Al Azhar”.
A la eucaristía con la que el Santo Padre ha querido manifestar su solidaridad a la minúscula comunidad católica han asistido algunos representantes de las otras iglesias cristianas y, según se nos dice, no pocos musulmanes respetuosos y deseosos de ver a Francisco de cerca.