El obispo Gabriel Escobar firmó el contrato para la construcción de las nuevas oficinas del vicariato y una residencia para sacerdotes.
El 18 de abril el obispo del Vicariato Apostólico del Chaco Paraguayo, Gabriel Escobar, firmó el contrato para la construcción de una residencia sacerdotal y nuevas oficinas del vicariato en la ciudad de San Lorenzo. Se trata de un proyecto que llevará adelante la Empresa Karanda Construcciones gracias a los aportes de la Fundación Kirche in not Internacional, de la Acción Episcopal Adveniat, arquidiócesis alemana de Colonia.
Luego, como gesto simbólico de lo que será esta obra, se dio la primera palada inicial de la futura residencia sacerdotal, un proyecto único en el vicariato. Luego, el obispo Escobar agradeció: “Doy gracias de corazón a tantos amigos cristianos católicos que nos han ayudado para este sueño añorado a Kirche in Not Internacional, a Adveniat y a la arquidiócesis de Colonia”. Y se puso en manos de la Madre de Jesús: “En nombre de María Auxiliadora, patrona de todo el Chaco Paraguayo, iniciamos este emprendimiento”.
Vale decir que el Vicariato del Chaco Paraguayo –ocupa todo el Departamento del Alto Paraguay y una fracción norteña del Departamento de Presidente Hayes– surge por un pedido que en el año 1878 le hizo el papa Pío IX a Juan Bosco. Sin embargo, el fundador de los salesianos no puedo cumplirlo, pero sí lo hizo su sucesor, Miguel Rua, en 1896 enviando a los primeros cuatro salesianos que llegaban a Paraguay para quedarse definitivamente. Lógicamente, se establecieron en Asunción. Desde allí recorrieron de norte a sur el río Paraguay. En 1917, el obispo de Asunción, Juan Sinforiano Bogarín, encargó ir a misionar en el extenso Chaco, hasta que en 1939 se establecieron de forma definitiva en el gran Chaco.
En 1948, el papa Pío XII crea el Vicariato Apostólico del Chaco Paraguayo, desgajándolo de la diócesis de Concepción, de la que dependía desde 1931.
En el litoral del río Paraguay se encuentran las principales poblaciones, hoy reducidas a lo mínimo por las quiebras de las diversas industrias, especialmente la maderera, y por las grandes inundaciones que aún afectan la zona desde la décadas del 70. Las tierras costeras serían aptas para la agricultura si no fueran tan bajas, por ende, inundables. El centro de la región es árido, y la zona norte, limítrofe con Bolivia, posee elevaciones con monte alto y tierra arenosa que permite una agricultura manual no mecanizada.
El reclamo constante de la población, que siempre suele apoyar el obispo Escobar, es por la falta de caminos. Son pocos los asfaltados; la mayoría son de tierra, los que quedan intransitables luego de las lluvias y prácticamente inexistentes con las inundaciones
La mayoría de los habitantes se dedican a la ganadería, una actividad que se ve cada vez más amenazada por obra de los ganaderos brasileños que hacen sentir su presencia activa en la zona.
Esta realidad es la que pastorea Escobar, con ayuda de varias los salesianos y de otras congragaciones religiosas que animan a las comunidades que se extienden en el inmenso territorio, que en un tiempo contará con una residencia sacerdotal.