Cinco días tienen por delante los obispos latinoamericanos y del Caribe para reflexionar sobre el modelo de Iglesia que quieren para el continente. Aunque a juzgar tanto por los temas de la XXXVI Asamblea del CELAM, como por el lugar escogido, no parece que haya lugar a dudas. El Salvador, la tierra del beato Óscar Romero en el centenario de su nacimiento, será el escenario de esta cita que les reúne bajo la propuesta.
“El objetivo del CELAM este año es promover una Iglesia pobre para los pobres y monseñor Romero es un ejemplo de esto”, el secretario general del CELAM, el mexicano Espinoza en una rueda de prensa en la que subrayó que “él también se conmovió y se convirtió en contacto con el pobre”.
Este deseo de tocar las heridas de los pueblos latinoamericanos ha llevado a los obispos de los 22 países que participan estos días en este encuentro poner sobre la mesa dos temas: la violencia y las migraciones masivas se encuentran como ejes vertebradores de esta Asamblea.
“Nuestros hermanos migran porque se ven obligados por las circunstancias”, aprecia el arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar Alas, consciente de la urgencia de promover “empleo, libertad y bienestar” que permitan frenar este éxodo.
La Asamblea contará además con la colaboración de prelados canadienses y norteamericanos, con quien se busca fortalecer “los lazos de comunión”, en palabras de Escobar.
Romero, pobreza, migrantes, violencia… Agenda de unos obispos que no temen dejarse tocar por el dolor de un pueblo, que sienten como suyo… Y que les siente como suyo.
“Deseamos que tenga éxito, por el bien de nuestro país. De lo contrario, ¡será una catástrofe!”. Es el primer balance que del triunfo de Emmanuel Macron hace el arzobispo de Marsella y presidente de la Conferencia Episcopal de Francia, Georges Pontier. Como suele ser habitual en él, certero tanto en el diagnóstico como en sus propuestas.
“Estamos viviendo un momento de gran incertidumbre, ya que estamos en un tiempo de grandes cambios”, explica el prelado en una entrevista concedida a Radio Vaticano, en la que confía que el resultado de las próximas elecciones legislativas no dejen un país “ingobernable”.
Sobre las prioridades que ha de tener el nuevo presidente Macron, Pontier no tiene ninguna duda: “El desempleo, el desempleo, el desempleo. Luchar contra el paro, proporcionar puestos de trabajo para todos, porque posiblemente este sea el asunto que más destruye a las familias, especialmente a esos jóvenes que no acaban de ver un horizonte claro”.
Tampoco evitó pronunciarse sobre el reparto del voto católico entre los dos cantidatos: Macron y Le Pen. “No me extraña que los católicos estén divididos en las urnas, porque los católicos franceses están presentes en todos los estratos sociales, en todas las capas culturales y, por tanto, reflejan a toda la sociedad francesa”.
“No hay justicia. Los que lo vimos por televisión pudimos leer en sus labios el recuerdo que hizo de un pariente cercano al árbitro en su cara. Eso no es aceptable, la FIFA ha sido tremendamente injusta por una presión, no sé si de tipo económica o mediata. Es una trampa, no hay que darle más vuelta”. Con estas palabras el cardenal de Lima, Juan Luis Cipriani, se ha posicionado ante la decisión de la FIFA de levantar la sanción a Lionel Messi por insultar a un juez de línea en un partido el pasado mes de marzo.
En un principio, el futbolista argentino fue castigado con cuatro partidos, pero finalmente se reducirá a uno que ya ha cumplido, por lo que podrá disputar los partidos que su selección tiene previsto jugar contra Uruguay, Venezuela y Perú. “Acabamos de ver cómo la FIFA reventó en mil pedazos hace unos años cuando se descubrió todo tipo de coimas, dineros, pagos”, denunció el purpurado en Diálogo de fe, el programa que capitanea en la cadena televisiva RPP.
Y fue más allá para lamentar que “cuando uno se da cuenta que ocurren cosas graves y se da cuenta que el que no cumple con la justicia gana, eso desmotiva mucho”.
Amigo Messi, con Cipriani hemos topado.