Con un llamado a sembrar esperanza y regalar la paz, los obispos de Chile finalizaron el mensaje conclusivo de su 113° Asamblea Plenaria realizada a fines de abril. Dirigido “especialmente a las comunidades católicas” les comparten la gratitud que sienten por la experiencia vivida en su reciente visita ad limina, “en la que hemos sido acogidos, escuchados, animados y confirmados por el Santo Padre Francisco en nuestra misión evangelizadora. Su lúcida mirada sobre la realidad nos interpela a seguir proclamando la Buena Noticia de Jesús en este tiempo, en nuestro país y en cada una de nuestras diócesis”, expresan.
Como es habitual en estas asambleas, los obispos dedicaron tiempo a mirar la realidad del país. Sobre ella, en el mensaje señalan su preocupación por “la grave crispación del debate social y político, especialmente en este año electoral”. Y agregan: “no nos dejemos provocar por un ambiente de agresión y descalificación que cierra sus puertas a toda confianza. Que la consigna rápida y populista no sustituya a los argumentos de fondo, ni que el cálculo desplace a los valores”. Expresan también preocupación por las iniciativas que promueven el aborto, por las diversas situaciones de corrupción en diferentes ámbitos de la sociedad y porque se otorgue un apropiado tratamiento a la discusión respecto a pensiones dignas, a la reforma a la educación superior y a las condiciones de los migrantes en el país.
Mención especial reciben los jóvenes, en particular aquellos que participan en la preparación del próximo Sínodo de Obispos convocado para el próximo año. Destacan que para muchos de ellos “creer en Chile significa ponerse a trabajar, servir a los demás. De esto hemos sido testigos en momentos de tragedia. Invitamos a los jóvenes a ayudar a que este país renueve sus liderazgos con propuestas que busquen siempre la promoción humana integral, con una preocupación especial por los más vulnerables y sencillos”.
Por Venezuela y los venezolanos
Otro párrafo del mensaje alude a varios signos que perturban la paz a nivel internacional y expresan su “cercanía al pueblo de Venezuela, que vive una situación política, económica y social muy delicada. Desde esta asamblea hemos enviado una nota de solidaridad a nuestros hermanos, a través de la Conferencia Episcopal venezolana”, señalan.
Según el Departamento de Prensa de la Conferencia Episcopal de Chile, durante la asamblea los obispos dedicaron la misa del día jueves para unirse a la jornada de oración por la paz de Venezuela, respondiendo así al llamado del obispo Mario Moronta, de la diócesis venezolana de San Cristóbal, quien llamó a los fieles y religiosos a unirse el 27 de abril en una “intensa jornada de oración” y exponer desde tempranas horas el Santísimo Sacramento, para pedir a Dios por la paz del país y para que quienes toman las decisiones “lo hagan con la sabiduría que viene de lo alto”.
Los purpurados chilenos culminaron su mensaje llamando a aportar “esperanza con cada una de nuestras actitudes”. Y añadieron: “Creamos en Chile y los chilenos. Nos unimos a la plegaria del papa Francisco en su Mensaje Pascual de este año: ‘Que en los momentos más complejos y dramáticos de los pueblos, el Señor Resucitado guíe los pasos de quien busca la justicia y la paz’”.