“Las periferias son un desafío para el futuro de la Iglesia y las periferias tienen un papel fundamental en la historia de la Iglesia. El cristianismo nació en la periferia de la periferia, en Galilea. Al propio Pedro, cuando hablaba, le identificaban como periférico… El cristianismo viene de la periferia, y se renueva en las periferias”. Con esta contundencia se manifestó ayer, martes 9 de mayo, en Madrid el fundador de la Comunidad de Sant’Egidio, Andrea Riccardi, durante la presentación de su libro ‘Periferias’ (Editorial San Pablo).
“He escrito este libro por rabia y por convicción. Cuando el papa Francisco habló ya desde el cónclave de las periferias, vi que su discurso no se tomaba en serio. Se repite en nuestro mundo católico, pero no con convicción”, confesó Riccardi en la Iglesia de Nuestra Señora de las Maravillas, sede de la institución que preside, en presencia del cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro.
“Afirmar que el papa Francisco ha inventado las periferias es falso. Él simplemente ha acogido esa dinámica del cristianismo y la ha trasladado a las periferias de hoy. No tomarse en serio las periferias implica no conocer la historia del cristianismo”, insistió el que fuera ministro italiano, para reivindicar que “salir es el gran mensaje de Francisco en un catolicismo que estaba aceptando convertirse en una minoría entre las minorías. El Papa Francisco es un Papa misionero, no por su proselitismo, sino por su apuesta de salida”.
Desde ahí, defendió: “El discurso del Papa es cristianamente profético y socialmente inteligente. El discurso cristiano es siempre un discurso social”.
“El Papa ha puesto como orden del día en la conciencia mundial un problema decisivo, para los gobiernos, para los Estados y para la Iglesia”, señaló Riccardi, que destacó entre estas realidades periféricas el problema de los ancianos: “Ya no tienen valor, porque no producen y el Papa nos recuerda continuamente que el valor de una sociedad depende de cómo cuida a los ancianos”.
“Nuestra sociedad es una fábrica de periferias continuas. Ninguno de nosotros tienen la garantía de estar en el centro, porque llegamos a la tercera edad, porque nos quedamos sin trabajo…”, comentó el pensador, que recordó cómo vivimos en un mundo de ciudades, donde las parroquias deben dejar de ser templos santuarios para convertirse en iglesias misioneras.
Riccardi bromeó con Osoro, al asegurar que es “mi párroco”, en tanto que el cardenal es el titular de la Iglesia de Santa Maria in Trastevere, la sede de Sant’Egidio en Roma. “La Iglesia en sus inicios hizo una opción preferencial por los periféricos y por las periferias. Veamos a Jesús”, enfatizó el cardenal arzobispo de Madrid, que subrayó como “Riccardi explica muy bien cómo hay que partir en las periferias para ir la centro. Las periferias son un lugar privilegiado para la Iglesia. Los pobres son interlocutores privilegiados en la opción por la caridad de la Iglesia. La vida se juega en las periferias, no solo físicamente, también en las periferias del pensamiento y la cultura”.
“¿Para quién soy yo?”, invitó a preguntarse a los asistentes, poniendo como ejemplo la actitud de servicio de María ante su prima Isabel, haciendo una llamada a los católicos a implicarse con la realidad y la sociedad, aunque dejó claro que “la Iglesia no es un partido político”. El cardenal lamentó que “a veces nos cuenta adaptarnos a un horizonte que cada día es más grande”.
“No basta con hacer nuevos edificios parroquiales en las periferias, hay que insertarse en estos lugares que son lejanos. Esto exige salir de nuestra propia casa para entrar en la casa del otro, sin abandonar nuestros principios. Significa cambiar de mentalidad y de estilos. Estar con los periféricos es desmarcarse de la comodidad y entrar en el modo de ser de otros”, recomendó Osoro, que, al igual que Riccardi, puso como ejemplo de periféricos a los ancianos y a los jóvenes. Desde ahí, denunció que “los jóvenes son hoy material de descarte, es un drama. Sufren falta de integración, de ideales, de empleo, muchos tienen que emigrar”.
Junto a Riccardi y Osoro, también intervinieron en el acto Tíscar Espigares, responsable de Sant’Egidio en Madrid, así como Mª Ángeles López Romero, directora editorial de San Pablo.
“Puede ser contradictorio hablar de periferias en el centro de Madrid. Nos encontramos en un lugar apropiado porque esta casa lleva a las periferias al corazón. Esta iglesia un lugar vulnerable al dolor de las mujeres y los hombres, gracias al poder de la oración convertimos lo lejano en cercano”, aseguraba Tíscar Espigares sobre el templo que acoge a la comunidad.
“Riccardi es de esas personas que quieren abrir las ventanas de la iglesia para que no sea pasado, sino presente y futuro”, comentó Mª Ángeles López Romero, que recordó cómo desde hace cincuenta años, “Sant’Egidio ha sabido estar y ser mano tendida, voz profética frente a la pena de muerte, a la guerra…”. López Romero aclaró que en este tiempo “lo difícil es haber mantenido la coherencia y haber resistido a las presiones en todas estas circunstancias, conservando esencia y entidad. Las periferias son la Comunidad de Sant’Egidio”.