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El milagro de los pastorcillos de Fátima: “Despertó bien y lúcido”

  • Los padres del niño que ha permitido la canonización de Jacinto y Francisca relatan cómo se recuperó de un coma por su intercesión
  • El director de Vida Nueva repasa los principales acontecimientos religiosos de la jornada, como el paso al frente de El Yunque





El paso de la beatificación a la canonización requiere de un milagro por intercesión del futuro santo. En el caso de los pastorcillos de Fátima, unos niños que ayudan a otro niño. Lucas tenía cinco años cuando se cayó de una ventana que estaba a algo más de seis metros de altura en la localidad brasileña de Campo Mourao. Fue el 3 de marzo de 2013. Llegó al hospital en coma y los médicos no le ofrecieron esperanza alguna a sus padres. En el mejor de los casos, quedaría en estado vegetativo.

Sus padres, João Batista y Lucila Yurie llamaron a un convento de religiosas carmelitas para que rezaran por su hijo. A la religiosa que les cogió el teléfono, se le olvidó pasar el recado. A los cuatro días, volvieron a llamar. Entonces, la comunidad correspondió a la petición.

“Una hermana corrió hacia las reliquias de los beatos Francisco y Jacinta, que estaban junto al sagrario de la capilla, sintió un impulso en el corazón y dijo: ‘Pastorcitos, salvad a este niño, que es un niño como vosotros’”,  contaba hace unas horas João Batista ante los periodistas desde Fátima, donde el sábado participarán en la ceremonia de canonización presidida por Francisco.

Toda la comunidad se unió en oración, y a los seis días, sin que los médicos iniciaran tratamiento específico alguno, Lucas abrió los ojos. “Despertó bien, lúcido y empezó a hablar, preguntado por su hermana”, cuentan sus padres. Una semana después recibía el alta. Hoy no tiene secuela alguna de aquella caída. Sentimos una inmensa alegría por el milagro que ha propiciado la canonización, pero sobre todo sentimos que se bendice de esta manera la amistad de estos dos niños que ayudaron nuestro hijo”, agregó emocionado João Batista .

Milagros como este siempre interpelan a una fe que tiende a ser racionalizar, a quedarse ajena a lo extraordinario. Pero ahí está. La fe que cura. El Dios que sorprende. Las sopresas de Dios.

“El Yunque existe”

“El Yunque existe y está presente en varios países, pero su nombre es ‘Organización del Bien Común”. Así se expresa José de Jesús Castellanos López, vicerrector de la universidad mexicana Vasco de Quiroga, en un extenso texto remitido a ACI Prensa. Se trata de la primera vez que un responsable de esta entidad da un paso al frente.

Y lo hace, entre otras cosas, para proclamar que “nunca ha sido una sociedad concreta” y presenta que su finalidad es “actuar como laicos católicos, en el campo cívico-político”. Es más, Castellanos López asegura que “ha sido presentada y es conocida por varios cardenales y obispos”, si bien reivindica “su independencia de la autoridad eclesiástica”.

El vicerrector aborda incluso el uso de sociedades tapadera para influir en la opinión pública, con el siguiente argumento:“Esta acusación tiene poco fundamento, ya que en las sociedades democráticas para actuar en los ámbitos cívico y político es indispensable hacerlo a través de asociaciones. Para ello, o se crea una agrupación o se participa en ella. La labor política es difícil ejercerla de otro modo”.

Yunque da un paso al frente en un documento cerrado y, desde ahí deja tras de sí preguntas sin responder. ¿Por qué ahora? ¿Qué se busca? ¿Darán un paso al frente esas asociaciones de las que habla para identificarse con la Organización del Bien Común? Son solo unas cuestiones que brotan así, a bote pronto. Otras tantas renacen  cuando uno vuelve a releer el reportaje de investigación de Vida Nueva y la entrevista del obispo de Getafe, José Rico Pavés.

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