“Aquí vivimos con naturalidad lo sobrenatural”, dijo el obispo de Minas, Jaime Fuentes, en el centenario de la fiesta de la Virgen del Verdún, al pie del santuario nacional uruguayo.
“Minuano, donde tú vayas, no te canses de decir que si Dios baja a la tierra, por el altar de la sierra, lo hace en Minas y en abril”. Así recita la canción de Santiago Chalar, el conocido folklorista uruguayo, haciendo referencia a la fiesta de la Virgen del Verdún, que año a año se celebra en este mes desde 1901.
Vale hacer un poco de historia. El 19 de abril de 1825 el general Juan Antonio Lavalleja, nacido en la ciudad de Minas, desembarcó liderando a los Treinta y tres Orientales en la playa de la Agraciada. Cruzaron el río Uruguay ocultos en la noche, partiendo desde Buenos Aires, para liberar el territorio oriental que en ese entonces se encontraba en manos del imperio portugués. Luego de esta llamada Cruzada Libertadora, se instaló el Congreso de Florida, que el 25 de agosto declaró a la Provincia Oriental del Uruguay independiente y libre de todo poder extranjero. Luego de su declaratoria, los congresistas se trasladaron a un ranchito contiguo a donde se encontraban, donde había una pequeña talla de la Virgen, que hoy en día recibe el nombre de Virgen de los Treinta y Tres y es la patrona de la patria.
Algunos años antes de estos hechos, en 1801, un vasco francés llamado Juan Bautista Berdum recibe de parte de la corona española unos terrenos cercanos al poblado de la Inmaculada Concepción de Minas. Con el tiempo, los vecinos le adjudicaron a la zona el nombre Cerro del Verdún. Cien años después, el párroco del lugar le pidió a los propietarios del momento su permiso para colocar una imagen de la Virgen en su cumbre. Desde entonces, en el año 1901, cada 19 de abril se ha celebrado ininterrumpidamente una de las peregrinaciones más populares de Uruguay, en la que miles de personas suben al cerro para agradecerle a nuestra madre una infinidad de favores recibidos. Se estima que ese primer año asistieron tres mil peregrinos, y el mes pasado se calcula que fueron 80 mil. Desde 2010, año del jubileo por los 50 años de la creación de la diócesis de Minas, los obispos uruguayos declararon el lugar como Santuario Nacional.
Hoy en día, la fiesta se ha prolongado, y además de la tradicional procesión se ha generado todo un festival llamado “minas y abril”, con actividades tradicionales como pruebas de rienda y desfile de caballería gaucha, así como diversidad de espectáculos musicales folklóricos y contemporáneos. También se realiza el concurso La guitarra de Chalar para músicos y payadores.
El lema de este año para la peregrinación ha sido Al final mi inmaculado corazón vencerá, haciendo referencia a la frase atribuida a la Virgen en su aparición en Fátima, hace 100 años.
Las actividades comenzaron por la mañana, a las 9, con el rezo del rosario, la celebración de la Eucaristía en la gruta y la procesión hasta el templete donde se encuentra la imagen de la Virgen María. Luego del mediodía se celebró la misa en la Capilla Madre de Misericordia, y luego otra por la tarde para concluir a las 17 con una hora santa. Al sábado siguiente se realizó además una caminata desde el cerro hasta la Catedral.
En su homilía, el obispo Jaime Fuentes, recordó que por ser un año mariano en la diócesis, el papa Francisco dispuso que se concediera la indulgencia plenaria a todos los que llegaran al Verdún o a la Catedral, “después de rezar un rato pidiendo por la unidad de las familias y por las vocaciones, que tanta falta nos hacen, recen también por el Papa, el Credo, el Padrenuestro y el Avemaría, y se confiesen antes o después… ¡Aprovechemos esta gracia extraordinaria!”, remarcó entusiasmado.
Según la crónica de Carolina Bellocq, periodista de icm.org.uy, el portal de la arquidiócesis de Montevideo, en la peregrinación hacia la cima del cerro se pudo ver también, además de mucha gente caminando descalza, con velas, flores y rosarios, a varias personas con bebés en brazos, coches de bebé, bicicletas e incluso una chica con un vestido de quinceañera, que subió con sus plataformas de siete centímetros de alto el ventoso camino hasta los 360 metros de altura para pedir que todo saliera bien en su fiesta.
Ante este panorama, Fuentes no ocultaba su felicidad: “Me emociona el hecho de que vengan muchas familias. Y quinceañeras, y gente que viene a cumplir promesas. Aquí la gente no sabe nada de laicidad o laicismo, esto es el pueblo uruguayo. Aquí vivimos con naturalidad lo sobrenatural”.