Uno de los propósitos de la 36ª Asamblea Ordinaria del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) que acaba de concluir en San Salvador ha sido realizar un balance proyectivo de los programas que lidera el organismo eclesial. El Observatorio Socio-Pastoral de América Latina es uno de ellos. De acuerdo con el Plan Global del actual cuatrienio (2015-2019), es una prioridad “potenciar el Observatorio del CELAM, a fin de articular un trabajo orgánico con los centros de investigación y observatorios ya existentes en el Continente” (Plan Global, Programa 78).
Con la puesta en marcha del nuevo sitio web del Observatorio Socio Eclesial, el pasado mes de diciembre, la Escuela Social del CELAM –responsable del Observatorio– realizó en Bogotá (Colombia), del 20 al 22 de abril, el primer Encuentro de Observatorios y Centros de Investigación de América Latina y el Caribe, a fin de reconocer la tarea que cada uno desarrolla y avanzar hacia la configuración de una articulación continental.
Quince organizaciones –entre Observatorios y Centros de Investigación– provenientes de 10 países del continente (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay) y de El Vaticano, acogieron la iniciativa de la Escuela Social.
Método profético del análisis de la realidad
Vida Nueva Digital entrevista a su directora, la uruguaya Susana Nuin, en torno a los alcances y prospectivas del Observatorio Socio Eclesial del CELAM ante las actuales coyunturas que vive el continente.
PREGUNTA.– ¿Cómo se concibe el Observatorio del CELAM en un continente como América Latina, donde la pobreza, la injusticia y la corrupción no dan tregua, además de la compleja realidad política que se registra en algunos países?
RESPUESTA.– En esta segunda etapa del Observatorio –anteriormente llamado OBSEPAL, Observatorio Pastoral para América Latina– el énfasis está puesto en lo socio-pastoral. Nuestra misión la hemos enmarcado en lo que llamamos el método profético del análisis de la realidad, que contempla dos dimensiones. En primer lugar, la necesidad de observar la realidad desde distintas perspectivas de análisis, asumiendo un compromiso con nuestros pueblos y denunciando las injusticias y todo aquello que conduce a la ‘cultura de la muerte’. En segundo lugar, buscamos estar atentos para captar por dónde Dios está pasando en la historia, a través de aquellas prácticas transformadoras que permiten un cambio desde la dimensión social y pastoral. Desde esta articulación, entre las denuncias que son necesarias y el testimonio de las prácticas transformadoras queremos ayudar a construir la ‘geopolítica de la esperanza’ en el continente.
P.– ¿Qué servicio presta el Observatorio a la Iglesia latinoamericana y caribeña?
R.– La necesidad de un Observatorio siempre ha estado latente en el CELAM, desde sus inicios, como un servicio a las 22 conferencias episcopales de América Latina y el Caribe. Con el nacimiento de la Escuela Social, en mayo de 2015, se decide que el énfasis del Observatorio debía ser en una doble línea socio-pastoral, y esto es lo que buscamos tanto en los análisis de la realidad, como en las prácticas transformadoras de la realidad que presentamos en tres niveles: continental, regional y por países. También ofrecemos análisis de coyuntura, informes específicos sobre América Latina y el Caribe, testimonios que han dejado huella en la Iglesia y en el continente, e incluso un consultorio sobre temas sociales para los obispos, que son nuestros primeros interlocutores.
Estos servicios los ofrecemos desde Bogotá, en la sede de la Escuela Social, pero también a través de la web. Contamos con un equipo de gran trayectoria. El politólogo Juan Luis Hernández, de México, coordina las secciones de ‘geopolítica de la esperanza’ y análisis de coyuntura, mientras que dos investigadores, Manuel José Jiménez (de Colombia) y Ana Lourdes Suárez (de Argentina), nos ayudan con la sistematización de las prácticas transformadoras del continente. En los análisis de coyuntura que se publican cada cuatro meses nos colabora el sociólogo Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina, y para algunos análisis más específicos recibimos el apoyo de Maria Clara Bingemer, de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro, y de Francisco Borba Ribeiro Neto, de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo. Ahora, con la realización del encuentro de Observatorios y Centros de Investigación, estamos sumando fuerzas y ampliando nuestras articulaciones, considerando que la comunión hace parte de la vocación del CELAM.
“Casa y escuela de comunión”
P.– ¿Qué balance hace de este primer Encuentro de Observatorios y Centros de Investigación de América Latina y el Caribe?
R.– Ha sido un encuentro muy positivo. Hemos iniciado con un pequeño grupo, creando un espacio para conocernos y re-conocernos desde las identidades de cada uno y con una metodología participativa. Aparecida nos inspira a pasar de ‘destinatarios’ a ‘interlocutores’. Esto tiene implicaciones, pues debemos ser ‘casa y escuela de comunión’. En esa dirección estamos empezando a caminar, con el propósito de crear y consolidar vínculos a partir de algunas problemáticas que atraviesan el continente, como la migración y la corrupción. En el horizonte vislumbramos la importancia de hacer un ‘mapeo’ de prácticas socio-eclesiales transformadoras de la realidad, y consideramos que los Observatorios y los Centros de investigación pueden hacer una gran contribución en este sentido.