Cada viernes, ‘Vida Nueva’ te acerca sus recomendaciones en pantalla grande (o no tanto)
La protagonista, reputada ejecutiva de un lobby armamentístico (una avasalladora Jessica Chastain), trata de evitar a cualquier precio que salga adelante una legislación a favor del control de armas en Washington DC. Empleará para ello todos los recursos a su alcance: astucia, seducción, retórica… Hasta que se ve obligada a enfrentarse al adversario más poderoso de su carrera.
John Madden, el artífice de la oscarizada Shakespeare in Love (1998), nos ofrece un thriller aseado sobre la trastienda de la política y su sucio juego de intereses, chantajes y sobornos. Una sátira de diálogos desatados, pero sin la suficiente carga de profundidad que podría esperarse de un tema tan polémico como actual.
Toda la fuerza de su crítica se va por la boca.
Su maquinaria narrativa no alcanza ni la complejidad ni la perfección de una obra maestra como Nader y Simin, una separación (2011), pero Asghar Farhadi vuelve a demostrar en El viajante que todas las relaciones sometidas a la erosión de las tormentas cotidianas hablan un lenguaje universal.
Un profesor de instituto y su esposa, que representan sobre las tablas Muerte de un viajante, son protagonistas de la evacuación por derrumbe del edificio donde viven. Pero un desgraciado suceso abrirá la puerta a toda suerte de preguntas, dudas y sospechas. Ocasión que aprovecha el director iraní para colarse por las fisuras de ese matrimonio y desenmascarar sentimientos y actitudes más que reprobables.
Cine con poso para observadores inquietos de la condición humana.
El treintañero Jeff Nichols lleva a la gran pantalla la historia real de los Loving, cuyo matrimonio en la Virginia de los años 50 del siglo pasado les acarrearía detenciones, encarcelamientos y exilio.
De la batalla humana y judicial que durante una década vivió esta pareja interracial, de su condena al desarraigo y del empeño por vivir su amor y fundar una familia en la tierra que les vio nacer, da cuenta este drama contenido y sutil. Una conmovedora denuncia de la sinrazón xenófoba, alejada de tantos estereotipos y subrayados propios de producciones más “comerciales”, que encuentra en la mirada serena de Ruth Negga su gran aliada.
¡Lástima que el tío Óscar se olvidara de este clásico contemporáneo en su reparto anual de estatuillas!