Nelly León Correa: “Me molesta la inequidad social que existe”

La religiosa del Buen Pastor es la capellana de la cárcel de mujeres de Santiago de Chile. Con certeza, afirma que el Estado debería asegurar una vida en condiciones de dignidad para estas mujeres.

Nelly León Correa: “Me molesta la inequidad social que existe”

“Al comienzo salía mucho a los patios”, comenta la hermana Nelly. “Ahora las chiquillas vienen a hablar conmigo, siempre hay muchas esperando por eso no puedo salir. Soy oreja y estoy siempre escuchando. Soy como el cura para ellas, no puedo absolverlas de sus pecados, pero estoy segura de que Dios en su infinita misericordia las absuelve. Ellas se sinceran mucho, me cuentan por qué están presas, sus historias, eso es difícil y duro para ellas, no es fácil que lo puedan repetir. Es un proceso bonito. Hay historias de mucho dolor”, asegura.

Nelly León Correa hace 12 años es capellana de la cárcel de mujeres de Santiago de Chile donde no sólo escucha a reclusas, también a gendarmes y anima grupos solidarios que van surgiendo en parroquias. Con 31 años como religiosa del Buen Pastor, se inició en hogares de niñas y después fue enviada a la cárcel de Valparaíso desde donde fue trasladada a su cargo actual. Siendo estudiante en Santiago fue testigo del abuso de un hombre a una niñita. Esta experiencia cuestionó su vida y su proyecto. Sintió que Dios la llamaba a la vida consagrada e ingresó a la congregación donde hizo sus votos en abril de 1986. “En tercero medio conocí la cárcel de Santa Cruz, la ciudad donde estudiaba y quise ser gendarme para trabajar con los presos. Cuando sentí esta vocación religiosa encontré esta congregación que me atrajo mucho porque su fundadora había sido lo que yo quería ser. Más me gustó al saber que tenían a su cargo las cárceles chilenas. Además, la imagen del Buen Pastor me hizo fuerza”. Así, naturalmente, su labor tiene una fuerte dimensión de pastor.

“Hago de todo. Soy capellán de la cárcel, coordino sus actividades pastorales y el área social que hace campañas para conseguir útiles de aseo, ropa y otros enseres para las mujeres porque gendarmería sólo brinda techo y comida. Para las mujeres es muy complicado no tener útiles de aseo, no tener una toalla higiénica cuando está con menstruación. Quienes las visitan son tan pobres que no las pueden ayudar. Animo una comunidad espiritual de gendarmes que vivimos juntos nuestra fe.Tenemos una capilla preciosa, anterior a la ley de culto, por tanto es de uso exclusivo de la pastoral católica. Tenemos misa todos los domingos, confesiones, celebramos todas las fiestas litúrgicas”.

Pero la hermana no sólo atiende a las reclusas y a los gendarmes, también sostiene una casa de acogida transitoria para quienes no tienen donde llegar al obtener su libertad.

Un 90% de las mujeres que están en la cárcel de Santiago sufrió abandono de sus padres, han sido criadas por la abuela, por una tía. Vienen de sectores muy pobres. Somos un país muy castigador y aquí se castiga la pobreza. En Chile los enormes delitos que hemos conocido en estos últimos años, cometidos por gente con más recursos, no los tienen en cárceles. Hay una enorme desigualdad. La televisión busca lo morboso, pero no entrega esta información dura. Me molesta la inequidad social que existe: el Estado debería asegurar una vida en condiciones de dignidad para estas mujeres”, describe con detalle.

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