Monseñor Nelson Jair Cardona, obispo de San José del Guaviare, llegó hasta la zona de concentración de un grupo de guerrilleros en la vereda de Charras, en visita pastoral para llevarles un doble mensaje. Los excombatientes, ahora desarmados, lo oyeron hablar de reconciliación, que es uno de los temas previstos en la agenda del postconflicto y en la acción misionera de reconciliación y paz de esta diócesis.
Y agregó el obispo: la única arma disponible ahora es la cruz. Los guerrilleros llevan una cruz colgada de su cuello. En estos campamentos la gran novedad es la aparición de los bebés y sus madres guerrilleras. A ellas se refirió el obispo al afirmar: “hay cosas bonitas para vivir: los hijos, las mamás, los hermanos, la tierra y el futuro”.
Estas visitas a los 26 campamentos hacen parte de una campaña pastoral de reconciliación.
Por su parte en Bogotá, el Observatorio Arquidiocesano de Evangelización y el Centro de Memoria Histórica (CNMH) se han unido para promover diálogos públicos sobre el papel ciudadano frente a las víctimas en la construcción de la paz. Según registros oficiales citados en las estadísticas del CNMH, el número de víctimas llega a los 8’100.180 millones de personas; en esta población son profundas las huellas dejadas por la violencia. Una encuesta de salud pública midió en 2015 uno de los impactos de esa larga violencia de más de 50 años encontró que el 9% de la población padece de trastornos mentales. Es este el contexto en que se realiza esta iniciativa pastoral llamada: “Pasión de Cristo, conforta a las víctimas”, que el próximo 24 de mayo iniciará sus tareas.