Todos los años, en el sur del continente americano se celebra el Encuentro de Diócesis de la Frontera. En esta ocasión, al llegar a su 37ª edición, se ha abordado el compromiso con el cuidado de la ‘Casa Común’: “Los vecinos se encuentran para reflexionar y compartir sobre modelos alternativos de desarrollo sustentable que garanticen el cuidado de la ‘Casa Común’ para la vida digna de nuestros pueblos”.
“Entre 15 y 20 diócesis de las fronteras del sur de Paraguay, uruguayo-brasileña, brasileña-argentina, uruguaya-argentina, nos reunimos cada año, en el mes de mayo, para reflexionar un tema de interés común”, comenta el obispo de la diócesis de Tacuarembó, Julio César Bonino, en diálogo con Vida Nueva.
Este año, el municipio de Bagé –en el estado brasileño de Rio Grande do Sul– acogió el 37º Encuentro de Diócesis de la Frontera, que entre el 15 y el 17 de mayo congregó a 90 participantes de distintas diócesis de Argentina (Concordia, Corrientes, Formosa y Goya), Brasil (Bagé, Chapecó, Pelotas, Rio Grande, Santa María, Santo Ângelo y Uruguaiana), Paraguay (Encarnación), y Uruguay (Melo, Salto y Tacuarembó).
“A veces las fronteras no son lugar de hospitalidad y de encuentro, y más bien reflejan la inequidad y el desencuentro de nuestros países”, comenta el obispo Bonino al recordar que “en los inicios, estos encuentros no fueron propiamente una iniciativa de los obispos. Unos sacerdotes de las fronteras entre Brasil y Uruguay pensaron que no podía ser que los vecinos no se conocieran, y por eso el primer encuentro tuvo como tema: ‘Los vecinos se reúnen para charlar y conocerse’. Desde entonces, cada año elegimos un tema que sea de interés de todos”.
En búsqueda de una identidad regional
La frontera como lugar no de hostilidad, enfrentamiento o competencia, sino como espacio de encuentro, hospitalidad y descubrimiento de una identidad común y regional, ha sido el hilo conductor de estos encuentros de diócesis vecinas.
En la reunión de este año, en la región conocida como “Pampa Gaúcho” –uno de los biomas o ambientes que cobija a las diócesis de la frontera–, se contó con la asesoría de expertos que contribuyeron a ampliar la mirada en torno a las implicaciones del desarrollo sustentable desde perspectivas económicas, sociales y ambientales, aunque también desde las dimensiones bíblica, teológica, espiritual y pastoral.
Entre las experiencias más significativas del encuentro, la visita al asentamiento ‘Hulha Negra’ y a la cooperativa agroecológia ‘Coonaterra’ –que produce semillas agroecológicas BioNatur– posibilitaron una aproximación viva y testimonial a diversos modos alternativos de desarrollo sustentable.
Cuidar la biodiversidad
Por su parte, el obispo anfitrión, Gílio Felício, recordó que “el papa Francisco en Laudato si’ nos hace ver que cuidar de la biodiversidad de la Tierra es una forma viva y eficaz de cumplir el mandamiento del amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos”.
“Recibir ese mandamiento y vivirlo no nos priva de nuestra libertad, no nos esclaviza, no nos aliena, sino que abre caminos para la construcción de la felicidad personal y comunitaria y, no menos, hace feliz a Dios, creador de todas las creaturas”, aseveró el obispo de Bagé.
A modo de balance, el obispo de Tacuarembó señala que “los fronterizos estamos lejos de donde se toman las decisiones. Los planes de desarrollo, en nuestras diócesis, siempre llegan después de los lugares donde se concentra más gente y donde se encuentran los que gobiernan. Por eso, estos encuentros son una oportunidad para que nos empoderemos en torno a una integración regional y de ciertas temáticas que nos permitan abogar por los derechos de los más pobres, donde la Iglesia tiene una tarea por hacer”.